Cuantas veces me pongo delante de Ti, ¡oh Señor! mis primeros movimientos son de vergüenza. Señor, tú sabes por qué. Pero después, ¡oh Dios, qué bueno sois!, después de verme a mí, os veo a Vos, y entonces al contemplar vuestra misericordia que no me rechaza, mi alma se consuela y es feliz.
El pensar que os ofendí y, a pesar de esto, me amáis y me permitís estar en vuestra presencia, sin que vuestra justa ira me aniquile... Señor, dadme las lágrimas de David para llorar mis culpas, pero al mismo tiempo, dadme un corazón grande, muy grande, para con él poder corresponder un poquito, aunque sea muy poquito, al inmenso amor que me tenéis.
Señor, ¿qué queréis de mí? Cuántas cosas quisiera deciros, pero qué pocas palabras acuden a mi boca… Atended en cambio a mi corazón…; él, sin ruidos y sin palabras, sabrá expresaros todo lo que os amo y todo lo que sois para mí… Mi luz, mi guía, mi amor único, mi ilusión, mi única razón de vivir…, pues si yo os perdiera, Señor, mi vida se apagaría como una llama a la que le falta oxígeno, pues Vos, sois mi aliento, el aire que respiro y el pan que como… ¿qué queréis de mí, Señor?... ¿Queréis que os ame más?... ¿Y cómo, Señor?... si mi corazón es tan pequeño, tan ruin y tan miserable. Hacédmelo grande y generoso, que yo sea todo corazón para ser todo vuestro, y amaros, amaros mucho, como nadie os haya amado.
Señor mío y Dios mío, Vos lo podéis hacer si queréis, y yo nada puedo si Vos no me ayudáis. Acalladme el ansia que siento, pues así no puedo vivir. Mi alma está llena y se desborda. Habéis puesto tanto amor en un alma tan pequeña, Señor, y tan miserable. Si Tú, Señor, haces la herida, por caridad, pon el cauterio, pero no me dejes en este estado, pues no podré resistir… ¡Jesús, José y María…!
¿Qué más quieres?... ¿Qué pides, por qué suspiras y lloras? ¿No te amo Yo?... ¿Quién soy yo, Señor, para que así me trates?..."
¡El amor no se detiene! sigue, sigue, sin mirar a los lados...
ResponderEliminarVIVA EL SANTO HERMANO RAFAEL