Navidad,
25 de diciembre de 1993Querido padre Tomás:
¡Feliz Navidad! Noche de Paz, noche de amor, todo duerme en derredor… brilla anunciando al niñito Jesús. Este inspirado himno se escribió en una iglesia rural de Alemania, hace cien años cuando se le rompió el órgano.
“El párroco de esta pequeña iglesia dijo que sin órgano la Navidad iba a ser una "noche de silencio, una Noche de Paz". Entonces, para la misa de medianoche, el organista compondría una melodía, el sacerdote escribiría la letra y el coro cantaría las suaves alabanzas de un nuevo himno.
Con esta intención se compuso el himno: algo sencillo, cantado una sola vez y olvidado. Después de Nochebuena, una tormenta de nieve impidió que llegara el hombre que arreglaría el órgano hasta la primavera, cuando la nieve se hubo derretido. Al terminar de arreglarlo, encontró sobre el órgano esta partitura olvidada aquella noche de Navidad. La tomó y se la llevó consigo a Munich. El resto es historia. "Noche de Paz" ha sido escuchada desde entonces. Sus suaves acordes de amor y de paz, han llegado a millones y millones, transformando la vida de innumerables personas.
Lo mismo sucede con una sola hora santa. La dejamos en la capilla, como esa partitura de "Noche de Paz" y Dios transforma nuestra hora de oración en un caudal de gracias infinitas para su pueblo. La gracia de Dios obtenida en una sola hora santa transforma más corazones que toda la gente que lo ha hecho con 'Noche de Paz'. Por una sola hora santa, las gracias de Dios se oirán en el mundo hasta el fin de los tiempos y por toda la eternidad, por el aprecio divino que Dios tiene por aquellos que aman a su Hijo en el Santísimo Sacramento.
Dios Padre estará eternamente agradeciéndote y amándote en el cielo, porque tú has honrado a su Hijo en la tierra, en el Santísimo Sacramento que es la continuación de la Encarnación de Jesús.
Cuando visitamos al Santísimo Sacramento, encontramos la misma humildad y ternura que los pastores encontraron cuando visitaron al "niño acostado en el pesebre" (Lc 2,16). El hambre en el corazón de Dios por el hombre, se expresa con la humildad de estas dos palabras, Niño Jesús.
¡Cuán grande es el deseo de Dios por tener profunda intimidad con el hombre! Jesús vino como un bebé porque nunca nadie les ha tenido miedo de acercarse a ellos. Se ama a un bebé porque es indefenso. Un bebé pidiendo amor con sus bracitos abiertos, es irresistible.
La Hostia Sagrada personifica la ternura divina de la Encarnación. Tan manso y humilde, tan adorable y tan pequeñito y vulnerable, el Santísimo Sacramento es Jesús diciendo "Venid a mí... que soy manso y humilde de corazón..." (Mt 11,28-29).
Sólo los humildes oyen su voz. Sólo aquellos con corazón de niño, buscan su Corazón en el Santísimo Sacramento. Por eso Jesús dice: "Dejad que los niños vengan a mi, no se lo impidáis, porque de los que son como ellos es el Reino de Dios" (Mc 10,14).
En aquel tiempo, los apóstoles desanimaban a los niños a acercarse a Jesús, así como ahora algunos sacerdotes desaniman a la gente a acercarse al Santísimo Sacramento, a la Exposición o a la adoración perpetua.
Esto me recuerda una película llamada 'El Niño de Oro" ("Golden Child"). El destino del niño era la salvación del mundo, ya que todo lo que él tocaba se curaba y quedaba sano. El diablo lo encierra en una jaula y lo aleja de la gente. La misión consistía en liberar al niño.
San José tuvo que proteger al Niño Jesús con la huída a Egipto. Un Herodes furioso había ordenado una masacre (Mt 2,16). El Papa compara esto con el aborto de la vida humana. Pero también existe el aborto de la vida divina. Aquellos que destruyen la adoración, aíslan a los fieles del torrente de la vida divina.
En el Congreso Eucarístico de Sevilla, España, meditando sobre los escritos del obispo Manuel González, el Santo Padre hizo una exhortación a la adoración perpetua en todas las parroquias del mundo entero.
El obispo González inspiró al obispo Félix Zafra y éste a los Misioneros del Santísimo Sacramento.
El obispo González compara la visita al Santísimo Sacramento, con el acercamiento a la cálida luz del sol, con el beber de agua fresca en una fuente que da vida y con el ensimismamiento por la dulce fragancia de una flor. Pero el sol, la fuente y la flor no tienen corazón y si no se entristecen no nos acercamos a ellos.
El Corazón de Jesús sí se entristece si lo dejamos solo porque Su Corazón es el más sensible y tierno de todos los corazones. "Con cuerdas humanas los atraía, con lazos de amor; y era para ellos como los que alzan a un niño contra su mejilla, me inclinaba hacia Él y le daba de comer" (Os 11,4).
Como la estrella sobre Belén, el Papa señaló al Santísimo Sacramento como el remedio "que cura" todos nuestros males tanto en la Iglesia como en el mundo. La solución a toda confusión y promiscuidad en el mundo es la intimidad con Jesús en el Santísimo Sacramento. Eludir su llamado a esta intimidad causa toda la promiscuidad.
Esta noche en la misa de medianoche, Joseph Skelton, Keith Poupard, George Wilson y Lou Verroi cantaron "Más cerca, oh Dios de Ti" ("Just a closer walk with Thee"). Y es así de simple. La prolongación de la Encarnación de Cristo en el Santísimo Sacramento es Jesús mismo que viene íntimamente a nuestro lado para que podamos acercarnos más íntimamente a Él.
"Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en el'. Y abrazaba a los niños, y los bendecía poniendo las manos sobre ellos" (Mc 10,15-16).
Esto es adoración perpetua Tomás. El Santísimo Sacramento es Emmanuel, “Dios con nosotros”, que se “rebajó” con infinita humildad y amor para continuar abrazando, bendiciendo y curando a todos sus hijos hoy, así como lo hizo en el tiempo del Evangelio.
La Iglesia nunca pretendió ser tan excesivamente institucional, burocrática o legalista, sino más bien cálida, personal e íntima. La gente es atraída por lo amigable y adorable. La adoración perpetua es una puerta siempre abierta. Es un signo de los brazos abiertos de Cristo en el Santísimo Sacramento, siempre invitando, dando la bienvenida y abrazando a cada uno de los que se acercan a Él. Una puerta siempre abierta hacia los brazos extendidos de Cristo que espera y transmite a todos un sentido de pertenencia personal. Una puerta siempre abierta irradiando la luz del Amor Divino en la custodia, define el verdadero significado de la Encarnación.
En el Santísimo Sacramento el Verbo se hace carne y habita entre nosotros. Así como vemos al niño acostado en el pesebre, así también podemos ver en la Sagrada Hostia la misma "gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad" (Jn 1,14)
Por eso la Madre Teresa decía que cuando miramos a la Sagrada Hostia vemos cuánto Jesús nos quiere AHORA. Es su Amor eterno por ti. Este Amor nos dice "confiadle todas vuestras preocupaciones, pues Él cuida de vosotros" (1 P 5,7).
Con plena confianza deposita todos tus temores y ansiedades en su Corazón y a cambio recibirás su paz. El sonido de su amor permanente es lo único que Él quiere que oigas en tu mente y en tu corazón. Cada hora santa debería ser como esta canción "esta noche hay por todas partes un cierto silencio. Por eso escucha con mucha atención, acércate y verás lo que te quiero decir. No es un sueño. Lo único que oirás es un susurro al oído, TE AMO por siempre jamás" ("There is a kind of hush, all over...").
Por el Amor permanente de Jesús en el Santísimo Sacramento podemos decir: "Noche de paz, noche de amor, todo es calma, todo brilla en derredor, duerme la paz celestial".
Por este amor permanente debemos estar tan entusiasmados de tener una capilla de adoración perpetua, así como lo estuvo el ángel al proclamar la buena noticia del nacimiento de Jesús en Belén, la primera capilla de adoración perpetua.
Querido Tomás, sé ese ángel, ese mensajero. Dile a la gente con esa misma alegría que tu parroquia tendrá adoración perpetua en donde el mismo Jesús nacido en Belén los estará esperando con los brazos abiertos. "No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo" (Lc 2,10).
Fraternalmente tuyo en su Amor Eucarístico, Mons. Pepe