Una herida, una espina que duele y hace sufrir. Herida que permanece junto a él. Y en medio de los dolores de esa herida, San Pablo hace lo mismo que cualquier hombre que sufre: le pide a Dios que le saque ese sufrimiento, ese dolor. Pero Dios no quita las espinas sino que sana las heridas.
Por eso ante el reiterado pedido de Pablo, “sacame esta espina”, el Señor respondió: "te basta mi gracia", “te alcanza con mi Amor”… y si lo pensamos bien, ¿qué más necesitamos además el AMOR SIN LIMITES?
como Santa Teresa que decía “quien a Dios tiene, nada le falta. ¡Sólo Dios basta!”
Que el ejemplo de Pablo nos enseñe a mirar en profundidad nuestras espinas y descubrir que nos basta con la gracia de Dios. Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?...
Cuando estamos caídos por el dolor, por las heridas, por el pecado, saber mirar hacia arriba y dejar que la mano de Dios nos levante de nuestras caídas. Nunca nos falta esa mano que viene de Dios...
Nada te turbe;
nada te espante;
todo se pasa;
Dios no se muda,
la paciencia
todo lo alcanza.
Quien a Dios tiene,
nada le falta.
Solo Dios basta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario