martes, 24 de junio de 2008

"Hasta los confines de la tierra..."



HOMILIA DEL PAPA PABLO VI EN MANILA - 29 de noviembre de 1970
¡PREDICAR A CRISTO HASTA LOS CONFINES DE LA TIERRA!


¡Ay de mi si no anuncio el Evangelio!. Para esto me ha enviado el mismo Cristo. Yo soy Apóstol y Testigo. Cuanto más lejana está la meta, cuanto más difícil es el mandato, con tanta mayor vehemencia nos apremia el amor. Debo predicar su nombre: Jesucristo es el Mesías, el Hijo de Dios Vivo;
Él es quien nos ha revelado al Dios Invisible, Él es el primogénito de toda criatura, y todo se mantiene en Él. Él es también el Maestro y Redentor de los hombres; Él nació, murió y resucitó por nosotros.

Él es el centro de la historia y del Universo; Él nos conoce y nos ama, compañero y amigo de nuestra vida, hombre de dolor y de esperanza; Él, ciertamente, vendrá de nuevo y será finalmente nuestro Juez y también, como esperamos, nuestra plenitud de vida y nuestra felicidad.

Yo nunca me cansaría de hablar de Él; Él es la Luz, la Verdad, más aún, el Camino, y la Verdad y la Vida; Él el Pan y la fuente de agua viva que satisface nuestra hambre y nuestra sed, nuestro consuelo, nuestro hermano. Él, como nosotros y más que nosotros, fue pequeño, pobre, humillado, sujeto al trabajo, oprimido, paciente. Por nosotros habló, obró milagros, instituyó el Nuevo Reino en el que los pobres son bienaventurados, en el que la paz es el principio de la convivencia, en el que los limpios de corazón y los que lloran son ensalzados y consolados, en el que los que tienen hambre de justicia son saciados, en el que los pecadores pueden alcanzar el perdón, en el que todos son hermanos.

Este es Jesucristo, de quien ya han oído hablar, al cual muchos de ustedes ya pertenecen, por vuestra condición de cristianos. A ustedes, cristianos, les repito su nombre, a todos se lo anuncio: Cristo Jesús es el Principio y el Fin, el Alfa y la Omega, el Rey del mundo, la arcana y suprema Razón de la historia humana y de nuestro destino; Él es el mediador, a manera de puente, entre la tierra y el cielo; Él es el hijo del hombre por antonomasia, porque es el Hijo de Dios, eterno, infinito, y el Hijo de María, bendita entre todas las mujeres, su madre según la carne; nuestra madre por la comunión con el Espíritu del Cuerpo Místico.

¡JESUCRISTO! Recuerdenlo siempre: Él es el objeto perenne de nuestra predicación; nuestro anhelo es que su nombre resuene hasta los confines de la tierra y por los siglos de los siglos.

3 comentarios:

  1. Fabii! Muy bueno el blog! No

    aflojes q se la bancaaaa

    Un abrazoo grandee cuidate se te

    kiere Lautii tu ahijadoo!

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  2. Pater! hermosa homilia! grax! Feliz Año Paulino!
    Ine

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  3. Qué bello este escrito. Gracias por postearlo. Edith

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