San José,
19-3-1994
Querido padre Tomás:
Hoy celebramos la solemnidad de San José.
No se dice mucho en la Sagrada Escritura sobre San José. Fue un siervo justo y fiel y una figura silenciosa en la historia de la salvación.
San José me recuerda a una gran cantidad de sacerdotes católicos del mundo actual: justos, fieles y realmente entregados a Dios y al servicio de la Iglesia. No aparecen en los noticieros porque su comportamiento no es escandaloso. Están entregados a sus tareas, cuidando a los fieles en sus parroquias. No se dice, no se escribe sobre lo mucho que hacen por amor a Dios y a su pueblo. A semejanza de San José, trabajan silenciosamente para la gloria de Dios.
Mira a San José como tu modelo. Él representa la madurez apostólica y espiritual. Por madurez quiero decir que estaba dedicado a los intereses de Cristo, anteponiendo el interés de Cristo al suyo propio.
En su amor por Jesús y María, José centró sus pensamientos en las necesidades de ellos más que en las de él. En teoría, todo sacerdote está de acuerdo con esto. Sin embargo, en la práctica, puede ser distinto.
Por ejemplo, pedí a muchos sacerdotes que consideren la posibilidad de establecer la adoración perpetua al Santísimo Sacramento. Algunos alegan que no pueden encontrar un lugar adecuado para eso.
¿No buscó San José un lugar para que Jesús pudiera nacer “porque no había sitio en la posada”? San José buscó hasta encontrar un lugar. Ese lugar en Belén se convirtió en la primera capilla de adoración perpetua donde los pastores de la región, aún estando lejos, se acercaron para adorarlo.
Un sacerdote en cuyo corazón, esta ante todo el interés de Jesús, daría su propio cuarto si fuera necesario, para que el Santísimo Sacramento pudiera ser adorado día y noche.
Conozco tal sacerdote. Se llama Brian Abern y es párroco de la iglesia de San Gerardo en Geraldton, Australia Oeste. El Padre Abern, quería establecer la adoración perpetua en su parroquia, pero no había ningún cuarto disponible que sirviera de capilla.
El Padre Abern hizo lo que hubiera hecho San José. Le dio su cuarto a Jesús. Es una capilla ideal porque tiene una entrada independiente del exterior. Así se mantiene la privacidad de la casa parroquial pues no es necesario pasar por ella para entrar en la capilla. La gente entra por esa puerta que da al exterior, de lo que era el dormitorio del padre Abern. La capilla es lo suficientemente pequeña como para crear un ambiente íntimo, apto para rezar en paz ante el Santísimo Sacramento. Puede mantenerse a temperatura templada durante el frío invierno australiano.
El padre Abern se mudó a otro lugar de la casa. El Señor dice que en la Casa de su Padre hay muchas mansiones. Estoy seguro, que el padre Abern tendrá una mansión muy especial en el cielo por haber dado su dormitorio a Jesús, para que fuera adorado día y noche en el Santísimo Sacramento.
El padre Abern fue recompensado muchas veces.Su capilla de adoración despertó la vocación sacerdotal en Brian Morgan que ahora, ya ordenado dedica su sacerdocio a difundir la adoración perpetua. Su vida ejemplar y su amor a la Eucaristía atrajo a otros seis al sacerdocio. Cinco de ellos están estudiando en San Vicente, Manila, para formar parte de una nueva comunidad de sacerdotes, los Misioneros del Santísimo Sacramento, fundada para difundir la adoración perpetua.
Me consuela ver a tantos sacerdotes filipinos que han hecho lugar en la posada para Nuestro Señor Eucarístico. Ellos también un lugar muy especial en el Cielo. Todos tienen una capilla de adoración perpetua en sus parroquias para que Jesús pueda ser amado y adorado todo el tiempo por su pueblo. Estas capillas de oración permiten que la gente vaya en cualquier momento a estar con Jesús. Te escribo esta carta, querido amigo, para que puedas ser el próximo, el siguiente sacerdote San José que encuentre un lugar en la posada para su Señor.
Fraternalmente tuyo en su Amor Eucarístico, Mons. Pepe.
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