Solemnidad de Cristo Rey,
22 de noviembre de 1993
Querido padre Tomás:
En un vuelo vi una película que me hizo acordar de la solemnidad de hoy. ¿Has visto "Un príncipe en Nueva York" ("Coming to America")? Eddie Murphy hace el papel de un príncipe africano a punto de convertirse en rey. Todas las mujeres quieren casarse con él por su riqueza. Pero él desea encontrar a alguien que lo quiera por sí mismo.
Entonces viene a América donde la gente no lo conoce. Se viste sencillamente, sin la majestuosa vestimenta de un príncipe para que nadie sepa lo rico que es. Consigue trabajo en McDonalds y vive en el lugar más pobre de Harlem en Nueva York.
Para encontrar el amor verdadero se convierte en lo que se llama "un pobre sucio, Con esa apariencia pobre y humilde, conoce en una iglesia a una joven muy atractiva. Se atraen, salen y se enamoran.
Ella acepta su propuesta matrimonial y se asombra al descubrir que él es un príncipe disfrazado. El casamiento la convierte en princesa y en la mujer más rica del mundo.
¡Qué historia estupenda! Pero ¿sabes una cosa, Tomás? Esta es la real historia de amor de Jesús en el Santísimo Sacramento. El es el Rey buscando quien lo quiera por sí mismo.
En el Santísimo Sacramento se viste sencillamente, oculta su gloria. Viene humildemente hacia nosotros como "el Pan Vivo bajado del cielo". Es tan profundo su anhelo de ser amado por sí mismo, que se muestra más pobre que cualquier ser humano de la tierra.
Es el Rey con un corazón romántico merecedor de nuestro amor por todo lo que ha hecho por nuestra salvación. Esto es la adoración perpetua, proclamar a Jesús Rey dándole el honor y la gloria que le corresponde.
Por la adoración perpetua una parroquia da al Rey todo el amor que verdaderamente se merece. Por eso la liturgia de Cristo Rey empieza con esta oración:
"Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza y el honor" (Ap 5, 12).
La adoración perpetua es el romance divino entre Jesús y su pueblo. Es decirle "sí" a su propuesta matrimonial. Todo lo que Él quiere es nuestro amor. "Porque yo quiero amor, no sacrificios" (Os. 6,6). Entonces ¡Él nos sorprenderá con la herencia de su Reino!
Fraternalmente tuyo en Su Amor Eucarístico, Mons. Pepe
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