martes, 16 de noviembre de 2010

18 - EN PRESENCIA DE LA GRANDEZA

Memoria de Santo Tomás de Aquino,
28 de enero de 1994

Querido padre Tomás:
¡Cómo me encanta Santo Tomás de Aquino! Era tan grande de cuerpo como de espíritu. En otras palabras ¡era bien gordo! Algunos dicen que soy el Santa Claus de Filipinas. Realmente no sé si por mi sonrisa, mi carcajada o mi peso. De cualquier forma, si yo soy el Santa Claus de Filipinas, Santo Tomás fue el Santa Claus de Italia.
Los historiadores cuentan que un carpintero tuvo que recortar un pedazo de la mesa para que él se pudiera sentar. Era tan grande que no tenía suficiente espacio entre la mesa y el banco para sentarse a comer. Creo que deberíamos nombrarlo patrono de los que vivimos a dieta tratando de adelgazar.
Algunos se preguntan qué diría Santo Tomás si pudiera volver y visitar nuestros seminarios. Fue la persona más inteligente en la historia de la Iglesia. Durante siglos su teología y filosofía escolástica se enseñaron en todos nuestros seminarios. Ahora su nombre ni siquiera se menciona.
Si volviera, creo que no le importaría que lo hayan olvidado. El mismo, hace muchos años, lo dijo bien claro. Antes de morir dijo que había aprendido más sobre Jesús en una hora santa ante el Santísimo Sacramento que en todos los libros que había leído. Descubrió más sobre su Amor estando en su presencia real, que en todo lo que había escrito. Todo lo que había escrito y dicho era tan insignificante como la paja, en comparación con el valor de un solo encuentro personal con Jesús en el Santísimo Sacramento.
La teología es el estudio de Dios. La oración ante el Santísimo Sacramento nos da el conocimiento de Dios mismo. La primera es el estudio académico del amor. La segunda es la cálida experiencia del Amor personificado. Una es un libro acerca de la persona y la otra es esa persona diciéndonos directamente todo sobre sí misma.
En Houston, Texas, está la Universidad de Santo Tomás regenteada por los religiosos de la regla de San Basilio, que enseña filosofía y teología tomística. En Texas también hay un hombre famoso que es una leyenda del golf, Ben Hogan, tal vez el mejor golfista que se conozca. Jugó entre los años 30, 40 y 50. Una noche, cuando Ben Hogan regresaba de un campeonato, tuvo un terrible accidente automovilístico. Chocó de frente contra otro auto y casi muere. Los médicos dijeron que nunca más volvería a caminar. Pero por su gran determinación aprendió a caminar nuevamente y ganó cuatro campeonatos abiertos de los Estados Unidos y otras tres competencias mayores.
Para un amigo norteamericano que creció en Texas y jugaba golf, Ben Hogan era su héroe. Había leído todos los libros sobre su vida, su época y todo su material de instrucción.
Finalmente un día ocurrió lo que anhelaba. Estando en Fort Worth, Texas, en un viaje de negocios, lo invitaron a almorzar al Colonial Country Club. ¡Allí conoció a Ben Hogan en persona, en junio de 1991, casi cuarenta años después que había oído hablar por primera vez de él! Ahora estaba sentado junto al "Maestro" escuchando sus palabras, muy impresionado de poder admirar personalmente su grandeza.
Mi amigo no podía dejar de contarle a quien se encontrara, amigos o extraños le daba igual, que había conocido a Ben Hogan. Les hablaba 45 minutos contando lo que él había hablado con Ben Hogan personalmente.
Y nosotros ¿no deberíamos sentirnos igualmente emocionados de poder estar con el mismo Jesús en el Santísimo Sacramento? Piensa Tomás ¿No era esto de lo que hablaba el doctor Angélico? Mi amigo había leído y oído todo sobre Ben Hogan, pero eso no se podía comparar con un solo momento en su compañía.
¿No deberíamos asombrarnos de estar en presencia de la grandeza de cada instante que pasamos ante el Santísimo Sacramento? Él es el Maestro, el Señor, el Creador del Universo. Santo Tomás en su teología explica por qué la valoración de la Sagrada Eucaristía ha disminuído y por qué tomamos a la ligera la presencia de Jesús en el Santísimo Sacramento. El santo escolástico habla de la relación inseparable entre consumir y adorar: entre la comunión de la Sagrada Eucaristía y la adoración del Santísimo Sacramento. Añade que si no adoramos lo que recibimos, perdemos de vista el valor y la apreciación de lo que consumimos.
En otras palabras, la Eucaristía no es una cosa sino una persona. Si no nos hacemos tiempo para mantener una relación personal con Jesús en el Santísimo Sacramento, perdemos de vista la amorosa persona de Jesús en el Santísimo Sacramento y la Sagrada Eucaristía perderá su valor ante nuestros ojos.
Santo Tomás pasaba hora tras hora en profunda adoración del Santísimo Sacramento. Por su amor al Santísimo Sacramento se le llama el Doctor Angélico. Su amor por Jesús en la Eucaristía fue lo que le inspiró a componer los himnos para la Bendición como Tantum Ergo Sacramentum, “Tan grande sacramento veneremos…”
El tema de estos himnos es la capacidad de nuestra fe de ir más allá de los sentidos y comprender la realidad de la presencia de Dios en el Santísimo Sacramento.
En Santo Tomás estudié filosofía y teología. Por eso lo considero uno de mis santos patronos.
Recemos, querido Tomás, para que cada sacerdote sienta tanto amor por la Sagrada Eucaristía como Santo Tomás de Aquino. Que todo sacerdote pueda emocionarse tanto ante el Santísimo Sacramento, Jesús en persona con nosotros, como mi amigo de Texas estuvo cuando conoció a Ben Hogan. Podríamos convertir el mundo entero al catolicismo si estalláramos de entusiasmo, diciéndoles a todos que ¡Jesús está realmente aquí en persona!
Fraternalmente tuyo en su Amor Eucarístico, Mons. Pepe

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