sábado, 26 de abril de 2008

Unos dias en la Trapa 4


Jueves 29 de noviembre de 2007(día 3 -I)

Ocho de la mañana, el día arranca soberbio, celeste el cielo, algo nublado, pero poco. Unas vacas escaparon sabe Dios de dónde y andan dando un griterío de mugidos cerca de la hospedería. Dos peones corren detrás de ellas, el problema parece no menor… Esto me hace notar que aquí el silencio es verdaderamente sobrenatural. Llevo tres días en la Trapa y acabo de descubrirlo… El ruido de las pobres vacas no llega a ser molesto, sólo destacan el silencio reinante.

Esta mañana hemos celebrado la Eucaristía. Los monjes tienen la costumbre de invitar a los sacerdotes huéspedes a ubicarse durante la Misa en la sillería de su coro. Al ubicarme allí, sentí ese lugar impregnado de oración. Todo en la Trapa es oración, claro, pero el coro de los monjes es especial porque allí desde hace años ellos se sientan a cantar y a rezar durante largas horas, varias veces al día. De todo eso tomé conciencia al llegar a la silla que me tocó en el coro de los monjes. Sentí entonces que ese caudal de gracia de alguna manera se apoderaba de mí y me prestaba un auxilio extraordinario: me enseñaba a orar.

Los monjes cantan laudes dentro de la misa y los huéspedes sacerdotes estamos sentados en el coro, en medio de ellos. Esta mañana esos salmos me envolvían, se hacían parte de mi carne. Unos monjes cantan, ni demasiado bien ni demasiado mal, algunos muy viejitos con voz temblorosa, se percibe también la pronunciación de muchos de lengua inglesa que cantan en español. El coro de los monjes canta la oración de la mañana y todos nos sentimos invadidos por esa oración que nos invita a orar sin desfallecer.

"Senor, enseñanos a rezar"


El día transcurre luminoso en la Trapa, una suave y fresca brisa acompaña casi toda la jornada. El campo se abre imponente frente al ventanal de la biblioteca. Difícilmente alguien pueda acostumbrarse a un lugar como éste.

Uno de los monjes anda por la hospedería y se ve que tiene ganas de hablar… ya me ha dicho como cuatro veces dos cosas: “cuando llegamos a este monasterio no había ni un árbol” y otra cosa: “si quieres hablar, estoy en la portería”. Esta mañana me contó que entró a la Trapa hace ya cuarenta y siete años. No recuerda cuántos monjes son: “no los he contado nunca” dice con simpleza casi pícara. Otro de los padres del que no sé nada más que el nombre sonríe cada vez que se lo ve y parece que estos “locos de la colina” -como me dijo el Padre José hablando de ellos mismos- están bastante felices.

Impacta mucho ver rezar a los monjes viejitos. En el coro, después de la Misa o antes de alguna de las horas, entrás a la Iglesia y se distingue una blanca silueta y se me hace que ese hombre vuela… Un cartel prohíbe tomar fotos en las celebraciones y a los monjes rezando. Sufrí una fuerte tentación de violar la norma y sacar fotos con el celular, pero el mismo Dios se ha puesto de lado del cartel: me quedé casi por completo sin batería, y olvidé en Buenos Aires el cargador… En fin, tentación vencida…

Dan ganas de grabarles las Completas y subirlas a Youtube, para que muchos los vean y se gocen de esa maravilla… Pero no...

El día transcurre luminoso en la Trapa. Aquí todo invita a vivir sólo en Dios...


Jueves 29 de noviembre de 2008 (día 3 - II)

La tarde transcurre serena en la Trapa, el corazón se mueve por dentro, y siento Su Presencia dando vueltas que me llama a nuevos horizontes. Un sacerdote se llega a un monasterio y siente en su corazón que sus dos amores tironean un poco: la acción y la contemplación.

Qué envidia dan estos monjes, hay que decirlo, ¡qué envidia les tengo! Llamados a esta vida, a vivir con el corazón ardiendo en el corazón de la Iglesia. Porque la vida monástica es el núcleo del corazón de la Iglesia, la pertenencia única y exclusiva a Jesucristo. Y les envidio porque viven aquí simplemente quemándose para Él. Les tengo envidia porque sus vidas son lámparas de Sagrario para siempre. Les tengo envidia porque son felices aquí y no les falta nada, les envidio la fe… Un cura y un monje se pelean dentro de mi alma...

De un lado del cuadrilátero el “monje” mira de costado y quiere saltarse y quedarse aquí. Él también quiere ser lámpara votiva, él también quiere ser abrazo eterno, mirada exclusiva. El “monje” de este lado del cuadrilátero siente nostalgias de un Absoluto sin medidas, exclusivo y excluyente, es como si tuviera ganas de cielo y esto le parece el cielo…

Pero en el otro lado del cuadrilátero salta juntando sus puños “el cura”, el que arde de deseos de anunciar a Jesucristo, el que se muere por llevar a Jesús a los jóvenes, el que busca y busca por miles de caminos para que los chicos se acerquen a Dios y que conoció casi tantos fracasos como caminos, pero que está cada día más entusiasmado y convencido...
En este lado del cuadrilátero el cura tiene su corazón en ebullición cuando piensa en su gente, los que Dios le ha encomendado. El cura siente con inexplicable fuerza y convicción que todo lo que se haga para anunciar a Jesucristo es poco. Un cura que vino a rezar más por su gente que por él, porque sabe con extraña certeza que su oración de sacerdote es una especie de abre-puertas, especialmente cuando se arrodilla frente al Santísimo. Y hasta en medio de sus meditaciones del Apocalipsis o del hermano Rafael, le salta algún recuerdo, algún impulso de rezar por alguien que conoce mucho o casi nada, un impulso que no llega a ser distracción y que lo sumerge inmediatamente en la súplica.

El monje y el cura tironean esta tarde dentro del corazón. Los dejo pelearse mientras miro sereno el campo a través de la ventana de esta hospedería y pienso en el beato Rafael que decía una vez en la Trapa: “a Dios se va por muchos caminos y de muy distinto modo; unos volando, otros andando y otros, la mayor parte, a tropezones, y como así lo quiere Dios, pues así lo quiero yo.” Entre tropezones vamos entonces, pero en Dios. El “monje” sonríe y queda en paz, el “cura” por fin, mira el Manantial…

Cura y monje se han puesto de acuerdo y empiezan a implorar...

4 comentarios:

  1. Qué lindo Padre! muchas gracias por esa oracion abrepuertas, muchas gracias por tanto. Tu hijo Santi M.

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  2. a que ora cantan sus oraciones los monjes?

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  3. El horario cotidiano sigue a continuación:

    3.15 hs.: Levantarse.
    3.30 hs.: Oración comunitaria de la noche (Vigilias).
    4.20 hs.: Lectio divina, oración personal, desayuno.
    6.30 hs.: Oración del amanecer (Laudes) y misa.
    8.00 hs.: Trabajo hasta mediodía.
    10.00 hs.: Oración de la mañana (Tercia) en el lugar de trabajo.
    12.15 hs.: Oración de mediodía (Sexta) en la iglesia.
    12.30 hs.: Almuerzo, lavado de platos, siesta opcional.
    14.00 hs.: Oración de la tarde (Nona) en la iglesia, trabajo.
    16.00 hs.: Fin de trabajo, lectio divina.
    17.45 hs.: Oración del atardecer (Vísperas).
    18.30 hs.: Cena, lavado de platos, lectio divina.
    19.35 hs.: Oración antes de acostarse (Completas) en la iglesia.
    20.00 hs.: Acostarse.

    La misa dominical es a las 10.00 hs.

    Fuente: http://www.trapenses.com.ar/index.htm

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  4. En el libro de Hermann Hesse, El juego de los abalorios, hace referencia de los monje de Trapa por su fórmula de saludo: Memento Mori (Recuerda que eres mortal). ¿Es así?
    J Wilio

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