Miércoles 28 de noviembre de 2007(día 2)
Eso hacen los monjes: despertarse para esperar en vigilia la llegada del sol. Esas tres horas en que los trapenses rezan esperando y acompañando la llegada de la luz del día se me hace que es una figura de la vida del hombre de fe. Porque es la actitud de asumir la noche, encontrarle una belleza misteriosa, y esperar la llegada de la luz. Pensaba esta mañana que quizás toda la vida sea esto: vigilar a oscuras y aguardar lo que sabemos llegará… Y Dios, que nunca duerme, busca quien no duerma.
Luego el transcurso del día en el Monasterio, entre lecturas, caminatas y silencios. Todo llama a la entrega y la "Voz" empieza a resonar dulcemente a cada paso...
Ocho y diez de la noche, exacto, acabamos de rezar las Completas. Estoy sentado frente al ventanal de la hospedería, la luz va cayendo, la noche anuncia su llegada, una fresca brisa de rocío nocturno. Mugidos se oyen a lo lejos, unos grillos cantan aquí, casi a mi lado, algún pájaro silba solitario… La naturaleza se prepara para entrar en la noche. En el corazón brota espontánea la súplica y este silencio de la noche es ahora la catedral ideal para la oración incesante.
Majesutoso el paisaje. Privilegio de locos. Estar aquí, mirando el campo gigantesco sentado frente al ventanal. Un crepúsculo de horizontes infinitos. Es la “pampa” y es “tandilia” que se encuentran por estos pagos… La “pampa” enorme, vasta, verde y eterna… Y “tandilia” de terreno oscilante que cae y vuelve a subir y vuelve a caer más atrás para volver a subir, como suaves ondas de un verde mar de tierra y pasturas. Ver cómo llega la noche, sin más ruidos que los del campo silencioso, frente a un enorme ventanal que se abre al tremendo campo del monasterio y por si fuera poco… en la Trapa.
Una brisa suave mece los árboles y el cielo se va tiñendo de negro. Llega la noche, la hora de la intimidad, en medio de este imponente silencio que invita a poner todo en Dios. A solas con Dios, a solas con el Amor.
A lo lejos se divisan las primeras estrellas que anuncian tenues un reinado que durará horas.
En la Trapa de Azul todo se apresta a dormir; todo menos el Amor. El Amor nunca duerme y quizás sea necesario pasar por la noche para aprender a dormir, sin que se duerma el amor.
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