martes, 1 de abril de 2008

Frases sobre la oración II


- A veces pasa que uno piensa que está abandonando la oración. No es una culpa leve... Sin embargo Dios no nos suelta. Basta que en lo más oculto del corazón tengas el secreto deseo de ser un hombre de oración, el profundo y escondido anhelo de ser uno de esos orantes que hacen que el mundo se mueva. Si tenés este deseo, Dios te tomará, tarde o temprano, sólo tenés que ofrecerle esa libertad. Como rezaba Claudel “si no te abriera las puertas, Señor, entrame por la ventana...”

- Rezar: el alimento que permite la respiración (¡la vida!) del alma.

- Si alguna vez rezaste en serio, nunca podrás dejar de hacerlo. Siempre vas a sentir la necesidad de rezar o la nostalgia y la melancolía de lo que eras cuando rezabas, en el caso que dejes la oración...

- Si alguna vez rezaste en serio, te salvarás.

- Para rezar buscá primero un padre del alma que te contagie su oración y sobre todo, que rece por vos.

- Los hombres quieren rezar. Necesitan rezar. Por eso los cristianos estamos llamados a ser luz también en este terreno. Estamos llamados a aprender “el arte de rezar”, como dice el Papa Juan Pablo II, para ser testigos de ese arte en el mundo.

- Muchos espirituales nos advierten que cuando uno se decide a rezar en serio, los demonios se enfurecen y nos atormentan lo más que pueden. La oración puede contra todo; y nadie es probado más allá de sus propias fuerzas... ambas cosas conviene recordar siempre, especialmente en la prueba de los inicios.

- Si al rezar no sentís un verdadero ardor apostólico, si no se te parte el corazón y la cabeza para hacer que otros se enamoren de Dios, entonces algo le falta todavía a tu oración.

- Teresa hacia el final de sus días le decía a Dios: “¡Atráeme!”... Escuchémosla: “siento que cuánto más me abrase el corazón el fuego del amor, con mayor fuerza diré: Atráeme. Y cuánto más se acerquen las almas a mí (pobre trocito de hierro inútil si me alejase del brasero divino), con tanta mayor ligereza correrán las almas tras el olor de los perfumes de su Amado“

- La oración es lo más lejano que hay al egoísmo y al encerrarse en sí mismo. Rezar es abrirse al Otro y al otro.

- La oración es pobreza.

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