San Pío X,
21 de agosto de 1993
Querido padre Tomás:
Una tarde que visité la capilla en Las Piñas había allí una mujer de nombre Hilda Walstrun, rezando de rodillas, sollozando silenciosamente. Cuando le pregunté qué le pasaba, me respondió que sus lágrimas eran de gozo. Había asistido a la Misa y durante la elevación vio que la Sagrada Hostia se transformaba en un apasionado Corazón con la luz del Amor destellando rayos luminosos. Uno de esos rayos llegó a su corazón. Me comentó que en ese solo instante, ella había experimentado tanto amor como jamás alguien podría sentir, aunque viviese mil años.
Lo mismo le sucedió a la hermana Inés de Akita en Japón. Fue a rezar a la capilla de su convento y vio que una luz deslumbrante salía del Santísimo Sacramento. Cayó al suelo llena de amor divino. Por horas nadie pudo moverla. Veinte años después, el solo recuerdo de esta experiencia, puso a la hermana Inés en éxtasis.
Tuve una larga conversación con el obispo Ito de Akita, presente entonces en la capilla, que podía atestiguar sobre la luz gloriosa que el Santísimo Sacramento irradiaba. Sucedió en 1973, en la fiesta del Sagrado Corazón y duró tres días. Esta aparición ya fue aprobada por la Iglesia.
En Fátima 70.000 personas vieron el milagro de la danza del sol. El sol en el cielo es un signo del Hijo de Dios en el Santísimo Sacramento. Uno es la fuente natural y el otro es la fuente sobrenatural de todo poder y vida. Por esto, todas las custodias son hechas en forma de un sol refulgente.
El milagro de Fátima presagia el gran milagro Eucarístico que sucederá. Lo sucedido en Akita nos muestra el significado de aquel milagro. En todo lugar en que se adore a Jesús en el Santísimo Sacramento, la luz de Su Amor, iluminará como el amanecer para que todos la puedan ver.
Tan pronto como haya suficientes capillas de adoración perpetua que satisfagan la Justicia Divina de Dios, Él mostrará al mundo entero su divina Misericordia revelando lo oculto y haciendo visible lo escondido: la luz de Su Amor en el Santísimo Sacramento.
Lo que un día vio la hermana Inés, lo verá el mundo entero. Será la luz gloriosa de Su Amor. Tendrá el poder de penetrar en cada corazón, no importa lo frío y cruel que fuese, los atraerá hacia el Corazón de Dios. Luego que por este milagro Eucarístico la humanidad vuelva a Dios, la naturaleza volverá al hombre. Entonces tendremos un segundo, nuevo y más glorioso paraíso terrenal.
Este es lema del gran Papa y Santo, cuya fiesta celebramos hoy: “RESTAURAR TODAS LAS COSAS EN CRISTO”.
Querido amigo, haz que este lema te incite a establecer la adoración perpetua en tu parroquia.
La primera gracia que se obtiene es la restauración. Cada hora santa, acerca el día en que Jesús restaurará todas las cosas en Él mismo. Solo cuando lo glorifiquemos en el Santísimo Sacramento con nuestro amor, manifestará la gloria de Su Amor, a toda la humanidad.
Política, social, económica, cultural y moralmente andamos mal. Estamos mas allá de toda solución humana. Necesitamos la intervención divina que será el gran Milagro Eucarístico.
Por eso San Pío X llamó a la adoración perpetua “ la obra más sublime de todas las obras”. Por esto se le llama el Papa Eucarístico.
Fraternalmente tuyo en su Amor Eucarístico, Mons. Pepe
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