Sí, Jesús tiene sed de vos, de estar con vos. Tiene sed de darte todo, TODO. Tiene sed de que seas inmensamente feliz, de que estés contento posta. Tiene sed de darte su PAZ. Tiene sed de acompañarte en tus luchas. Tiene sed estar siempre, siempre al lado tuyo. Jesús tiene sed de creas en su Corazón, de que creas realmente que su Corazón es tuyo… Jesús tiene sed que tu corazón sea grande como el suyo; tiene sed de que tu corazón unido al de Él en la Eucaristía, ame mucho. Jesús tiene sed de que sueñes con cosas grandes, tiene sed de que te animes a confiar ciegamente en Él… En realidad, tu sed de ser feliz, tu sed de Dios, es su sed, es su sed de que seas feliz, es su sed de amarte hasta la muerte. Tu sed es la de Jesús! Él tiene sed realmente de que tu corazón lata para siempre con el tuyo…
Dice Jesús: “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.” (Jn 6, 54)
¿Qué esperás para abandonarte totalmente en Áquel que te dio todo, todo, hasta su propia Vida? No te digo que no tengas dudas o miedos, sino que lo mirés siempre a Él, que lo busques siempre a Él, que te apoyes siempre en Él, que te agarres bien fuerte de Él en la Eucaristía. Cada segundo, cada latido de tu corazón, dáselo, ofrecéselo, confiá… Él VIVE! Está enfrente tuyo, dejate tomar, envolver completamente por su Presencia real en la Eucaristía… Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Cristo, el Señor, entregados para vos. Hasta la última gota, fue, y es para vos… Cristo es tuyo… Él se te dio, porque quiso, quiso y quiere seguir siendo tuyo… Ahí está. Alabémoslo, bendigámoslo, porque quiere hacer maravillas en nosotros…
“Bendito sea Dios,
Padre de Nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en Cristo
con toda clase de bienes espirituales en el cielo,
y nos ha elegido en Él,
desde antes de la creación del mundo,
para que fuéramos santos e irreprochables
en su Presencia, por el amor.” (Ef 1,3)
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