domingo, 1 de diciembre de 2013
Adviento: "Las dos venidas de Cristo"
De las catequesis de san Cirilo de Jerusalén, obispo
(Catequesis 15,1-3: PG 33, 870-874)
Anunciamos la venida de Cristo, pero no una sola, sino
también una segunda, mucho más magnífica que la anterior. La primera llevaba
consigo un significado de sufrimiento; esta otra, en cambio, llevará la diadema
del reino divino.
Pues casi todas las cosas son dobles en nuestro Señor
Jesucristo. Doble es su nacimiento: uno, de Dios, desde toda la eternidad;
otro, de la Virgen, en la plenitud de los tiempos. Es doble también su
descenso: el primero, silencioso, como la lluvia sobre el vellón; el otro,
manifiesto, todavía futuro.
En la primera venida fue envuelto con fajas en el pesebre;
en la segunda se revestirá de luz como vestidura. En la primera soportó la
cruz, sin miedo a la ignominia; en la otra vendrá glorificado, y escoltado por
un ejército de ángeles.
No pensamos, pues, tan sólo en la venida pasada; esperamos
también la futura. Y, habiendo proclamado en la primera: Bendito el que viene en
nombre del Señor, diremos eso mismo en la segunda; y saliendo al encuentro del
Señor con los ángeles, aclamaremos, adorándolo: Bendito el que viene en nombre
del Señor.
El Salvador vendrá, no para ser de nuevo juzgado, sino para
llamar a su tribunal a aquellos por quienes fue llevado a juicio. Aquel que
antes, mientras era juzgado, guardó silencio refrescará la memoria de los
malhechores que osaron insultarle cuando estaba en la cruz, y les dirá: Esto
hicisteis y yo callé.
Entonces, por razones de su clemente providencia, vino a
enseñar a los hombres con suave persuasión; en esa otra ocasión, futura, lo
quieran o no, los hombres tendrán que someterse necesariamente a su reinado.
De ambas venidas habla el profeta Malaquías: De pronto
entrará en el santuario el Señor a quien vosotros buscáis. He ahí la primera
venida.
Respecto a la otra, dice así: El mensajero de la alianza que
vosotros deseáis: miradlo entrar —dice el Señor de los ejércitos—. Quién podrá
resistir el día de su venida?, ¿quién quedará en pie cuando aparezca? Será un
fuego de fundidor, una lejía de lavandero: se sentará como un fundidor que
refina la plata.
Escribiendo a Tito, también Pablo habla de esas dos venidas,
en estos términos: Ha aparecido la gracia de Dios que trae la salvación para todos
los hombres; enseñándonos a renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos, y
a llevar ya desde ahora una vida sobria, honrada y religiosa aguardando la
dicha que esperamos: la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro,
Jesucristo. Ahí expresa su primera venida, dando gracias por ella; pero también
la segunda, la que esperamos.
Por esa razón, en nuestra profesión de fe, tal como la hemos
recibido por tradición, decimos que creemos en aquel que subió al cielo, y está
sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a
vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Vendrá, pues, desde los cielos, nuestro Señor Jesucristo.
Vendrá ciertamente hacia el fin de este mundo, en el último día, con gloria. Se
realizará entonces la consumación de este mundo, y este mundo, que fue creado
al principio, será otra vez renovado.
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