viernes, 25 de febrero de 2011

La gran recompensa...


"Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí. Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron" Mt 5,11-12

La sociedad de hoy está quebrada por el divorcio entre la fe y la cultura cristiana, divorcio que nos hace vivir en un entorno secularista, muchas veces intolerante con el pensamiento religioso, entorno que a veces absolutiza la razón y la libertad del individuo.
Dolorosamente, esa fricción se puede dar también en el seno de la Iglesia, que es comunidad de creyentes llamados por Cristo a ser Su Presencia Viva hoy.
Iglesia, Pueblo de Dios; Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo.
No se puede entender a la Iglesia sin verla primeramente como misterio, como sacramento de una realidad trascendente y sobrenatural. Con mirada superficial no se puede comprender el misterio de la Iglesia.
Y cuando falta esa mirada sobrenatural sobreviene la incomprensión.
Y cuando viene la incomprensión sobreviene la desconfianza en el otro (especialmente del hombre de Dios) porque en el fondo se desconfía del Dios que en la superficialidad no se conoce ni se comprende.
Y cuando se desconfía del otro viene la actitud defensiva.
Y de la actitud defensiva se pasa a la crítica y los insultos.
Y de ahí al ataque.
Y del ataque a la persecución…
Por eso es tan doloroso cuando en la Iglesia se pierde la visión sobrenatural. Tan doloroso y tan triste… Por las terribles consecuencias de injusticia y arbitrariedad en que se cae.
Esa injusticia sigue ocurriendo hoy.
¿Qué nos toca hacer? REZAR! Rezar para no caer en la tentación de la mirada chata sin fe. Rezar! para que crezca en nosotros la caridad. Rezar! por aquellos que soportan la cruz de ser perseguidos en nombre de Cristo y del Evangelio.
Sí! A rezar!
Recemos por tantos hombres y mujeres de la Iglesia de Cristo que son perseguidos en el día de hoy: perseguidos por el mundo, por la cultura hostil y -¡ay!- tantas veces incluso por hombres de la misma Iglesia.
Hay persecución toda vez que se ataca el apostolado genuino, o la misión, o al trabajo para Cristo en cualquiera de sus formas.
Ésta es la señal: cuando no se ataca el pecado, o los vicios o los errores de alguien sino cuando se quiere impedir su obra apostólica, su labor misionera, su difusión de la fe. Cuando esto ocurre, es que ha llegado el tiempo de la persecución. ¡Ánimo! Santa PAZ...
Recemos por tantos que sufren persecución velada en el día de hoy. Para que puedan mantenerse abrazados a la fe en Jesús. Sólo abrazados a la Cruz se encuentra la verdadera paz detrás de todo ataque y de toda malicia…
Cristo mismo vivió el misterio de ser perseguido por su fidelidad al Amor. Infinidad de santos a lo largo de la historia de la Iglesia fueron incomprendidos, maltratados, silenciados y perseguidos de mil formas… Pero “todo se puede en Aquel que nos conforta!” (Fil 4,13)
Recemos para que no falte caridad en la Iglesia de Cristo y para que los santos de hoy día resplandezcan en la prueba del martirio escondido y cotidiano.
Todo por Cristo, con Él y en Él!

No hay comentarios:

Publicar un comentario