miércoles, 9 de septiembre de 2009

Novena del Señor del Milagro (Cuarto día)


Hecho el acto de contrición, como al principio y la oración preparatoria, y rezadas las tres Avemarías, se dirá la siguiente

CUARTO DIA
Oh, Jesús mío, pues quiero siempre llamaros por vuestro nombre; esto me consuela y me da valor, cuando me acuerdo de que sois mi Salvador, y que habéis muerto para salvarme. Vedme a vuestros pies; confieso que soy digno de tantos infiernos, como veces os he ofendido por el pecado mortal. No merezco perdón; pero Vos molisteis para perdonarme. Piadoso Jesús, no olvides que por mi fue tu venida. Anticipaos, oh Jesús mío, a perdonarme antes que vengáis a juzgarme. Entonces yo no podré pediros piedad; más ahora puedo, y espero que me la concederéis. Entonces vuestras llagas me llenarán de espanto, ahora me inspiran confianza. ¡Oh, Redentor de mi alma!, yo me arrepiento sobre todo de haber ofendido a vuestra infinita bondad, y prefiero sufrir todas las pérdidas posibles, antes que burlarme de vuestra gracia. Os amo con todo mi corazón, tened piedad de mí. Ten piedad de mi oh Dios, según tu grande misericordia. Oh, María, Madre de misericordia, abogada de los pecadores, alcanzadme un intenso dolor de mis pecados, el perdón y la perseverancia en el divino amor. Yo os amo, Reina de mi corazón, y en Vos pongo toda mi confianza.

Dulcísimo Señor del Milagro, perdonad mis pecados, y librad, por vuestra misericordia, a 1a ciudad de Salta de todo castigo. Concedednos esta gracia, por intercesión de nuestra Protectora, vuestra dulcísima Madre, la Inmaculada Virgen del Milagro. AMÉN.

ATRIBUTOS DE MARÍA - Arca del Testamento
Purísima Virgen del Milagro, María, Madre admirable, milagro de la gracia, el cuarto atributo que simboliza vuestra original pureza, es el Arca del Testamento. Y Pues sois Arca divina que, para que no pereciésemos en el diluvio de nuestras culpas bajasteis a las aras del altar para asegurarnos en Jesús Sacramentado, concededme, Madre mía, el que, no hallando descanso en este mundo sino en Jesús Sacramentado, se aquieten nuestras potencias y sentidos, para que, gustando las dulzuras de este Pan Soberano, sienta aún en esta vida las delicias y gozos, que dan a los que os sirven en la bienaventuranza de la gloria. AMÉN.

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