domingo, 3 de agosto de 2008

Irradiar a Cristo... misionando en Añatuya


¡Oh, Jesús!
Ayúdame a esparcir tu fragancia donde quiera que vaya.
Inunda mi alma de tu espíritu y vida.
Penétrame y aduéñate tan por completo de mí,
que toda mi vida sea una irradiación de la tuya.
Ilumina por mi medio y de tal manera toma posesión de mí,
que cada alma con la que yo entre en contacto pueda sentir tu presencia en mi alma.
Que al verme no me vea a mí, sino a Tí en mí.
Permanece en mí. Así resplandeceré con tu mismo resplandor,
y que mi resplandor sirva de luz para los demás.
Mi luz toda de Ti vendrá, Jesús; ni el más leve rayo será mío.
Serás Tú el que iluminarás a otros por mi medio.
Sugiéreme la alabanza que más te agrada,
iluminando a otros a mi alrededor.
Que no te pregone con palabras sino con mi ejemplo,
con el influjo de lo que yo lleve a cabo,
con el destello visible del amor que mi corazón saca de Ti.

Amén.


(Dibujo de la CRUZ DE MATARÁ, la cruz conocida más antigua de América, encontrada en Matará, Añatuya, Santiago del Estero, S XVI)

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