"¡Que difícil poner en palabras lo vivido este fin de semana... que dificil poner en palabras una experiencia de Dios!
La verdad es que despues de vivir a Jesús tan profundamente lo que menos tengo son palabras para describir ese encuentro.
Luego de pasar horas y horas frente al Santísimo, rezando para que el Espíritu Santo entre en mí y me llene de su gracia, abriendo mi corazón, mi alma para que todo mi ser se inunde de Él, comencé a sentir que mi corazón ardía, que Dios llenaba todo mi ser, que me quería quedar así por mucho tiempo más... para siempre.
Cuando mi alma quedó al descubierto ante Dios, pude ver mejor, con más claridad, todas las heridas de mi corazón, las impurezas, la frialdad, los pecados... el Espíritu de Dios me inundó y me dio la gracia de poder tener los sentimientos de Jesús aunque sea por un momento.
A través del encuentro con Jesús, que es lo que iba a buscar, terminé conociendo y descubriendome a mi en lo más profundo de mi ser... porque Dios está en la esencia de mi ser. Y es por eso que al dejar que mi cuerpo y alma se llenen de Él, yo puedo mirar mejor en mi interior.
Así quiero vivir mi vida, LLENA DEL ESPÍRITU SANTO; llena de Dios. Mientras mi alma y cuerpo sean templo del Espíritu Santo nada tengo que temer... Dios va a permanecer y hacer brillar su luz sobre mí.
No es fácil vivir siendo humilde, sencilla y obediente ante Dios... pero que feliz uno se siente unida a Él!
¡Gracias Jesús por llamarme, gracias por insistir sin cesar en entrar en mi corazón... gracias por permanecer siempre junto a mí y a pesar de caer siempre ayudarme a levantar!... y después de eso, y especialmente en este retiro, ¡gracias por alcanzarme!! Fuiste vos el que me eligió a mi y no yo a vos!
¡Gracias María por ayudarme y acompañarme en este camino de seguir a Jesús!"
La verdad es que despues de vivir a Jesús tan profundamente lo que menos tengo son palabras para describir ese encuentro.
Luego de pasar horas y horas frente al Santísimo, rezando para que el Espíritu Santo entre en mí y me llene de su gracia, abriendo mi corazón, mi alma para que todo mi ser se inunde de Él, comencé a sentir que mi corazón ardía, que Dios llenaba todo mi ser, que me quería quedar así por mucho tiempo más... para siempre.
Cuando mi alma quedó al descubierto ante Dios, pude ver mejor, con más claridad, todas las heridas de mi corazón, las impurezas, la frialdad, los pecados... el Espíritu de Dios me inundó y me dio la gracia de poder tener los sentimientos de Jesús aunque sea por un momento.
A través del encuentro con Jesús, que es lo que iba a buscar, terminé conociendo y descubriendome a mi en lo más profundo de mi ser... porque Dios está en la esencia de mi ser. Y es por eso que al dejar que mi cuerpo y alma se llenen de Él, yo puedo mirar mejor en mi interior.
Así quiero vivir mi vida, LLENA DEL ESPÍRITU SANTO; llena de Dios. Mientras mi alma y cuerpo sean templo del Espíritu Santo nada tengo que temer... Dios va a permanecer y hacer brillar su luz sobre mí.
No es fácil vivir siendo humilde, sencilla y obediente ante Dios... pero que feliz uno se siente unida a Él!
¡Gracias Jesús por llamarme, gracias por insistir sin cesar en entrar en mi corazón... gracias por permanecer siempre junto a mí y a pesar de caer siempre ayudarme a levantar!... y después de eso, y especialmente en este retiro, ¡gracias por alcanzarme!! Fuiste vos el que me eligió a mi y no yo a vos!
¡Gracias María por ayudarme y acompañarme en este camino de seguir a Jesús!"
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