¡Vos estás llamado a ser santo!
¿Te diste cuenta que estás llamado a ser muy, pero muy fecundo en manos de Dios? Jesús hoy te dice: “Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él da mucho fruto (…)” ¿Te das una idea de lo que significa esto?
¿Sabías que sos una semilla chiquita que está llamada a ser un gran árbol?
Capaz no lo pensamos mucho, pero Dios hace las cosas bien, y nosotros venimos de sus manos y todavía no estamos terminados… Si nos ponemos en sus manos Él va hacer cosas muy grosas en nosotros y a través nuestro…
¿Te pusiste a ver el efecto que produce un santo en el mundo? Un santo es un despelote, un terremoto, ¡un tsunami! Un santo es como una nubecita que se va agradando con el Amor de Dios, y que se va convirtiendo en una tormenta enorme. Así, riega la tierra seca de tantos corazones que necesitan a Dios…
¡El Espíritu Santo nos hace santos!
Un santo tiene un fuego prendido, un fuego que no es propio, es fuego de Dios, fuerza de Dios, que es el Espíritu Santo. El Espíritu Santo que es luz y calor para el corazón del santo, pero que va siendo luz y calor para muchísimas personas.
Un santo, una vida iluminada y encendida, una vida en manos del que es la Vida. Por eso, la vida de un santo engendra vida, da Vida. Enciende, ilumina, estimula, nos hace confiar en Dios, en su amor incondicional, desbordante.
Un santo le deja al mundo otros santos… ¡Muchos! Tantos que ni el mismo santo lo sabe.
¿Cómo mira un santo?
Un santo mira al mundo de otra forma, no porque él sea “recopado”, sino porque mira al mundo entero con los ojos, con la mirada de Jesús. Mira a cada persona con los ojos del Señor Jesús. Alcanza a ver lo que el mundo no ve. Mirando al hermano sabe cómo está, lee su corazón… Y mirando transmite a Dios, transmite la ternura de Dios, la paz. Con la esperanza en la mirada inspira a otros confianza en Dios, la alegría que solo viene de Jesús.
¿Cómo habla un santo?
Cuando un santo habla parece que todo siguiera igual por fuera, pero los corazones que lo escuchan vibran… A veces, vibran despacito, y otras, hasta el punto de estremecerse. Un santo lleva la espada de la Palabra de Dios, que atraviesa los corazones, que llega hasta lo más hondo de cada ser humano.
¿Hacia dónde camina un santo?
Un santo camina igual que cualquier persona, pero sus pasos, cada paso que da está guiado por el Espíritu Santo. Ninguno de sus pasos es en vano. Camina por la vida para amar… Hasta el movimiento más insignificante es ofrenda, aroma para Dios. Pero, ¿cómo? ¿Cuándo va a la cocina, al baño, glorifica a Dios y su vida es fecunda? ¡¡¡ Sí !!! Cada suspiro de un santo es para Dios un pequeño regalo que hace que se derrita de amor por sus hijos.
¿Un santo es perfecto?
¡No! Un santo no es perfecto, al revés… ¡Es muy pobre! ¿Tiene talentos, dones? ¡Eso no importa! De nada sirven los talentos y capacidades si no están movidas, animadas por el fuego del Espíritu Santo, del Amor de Dios. Pocos o muchos talentos no es lo importante, sino ponerlos en manos de Aquel que los puso en nosotros.
¿Un santo hace todo bien?
¡No! De hecho, tiene las mismas metidas de pata que todos nosotros. Entonces, ¿qué es lo que hace que un santo sea un santo?
“El” Santo
Un santo, en realidad, mira, respira, siente, gusta, escucha al único Santo: ¡Jesús! Jesús es el “Santo de Dios” (Mc 1, 24)
Un santo, como cualquier persona, pone su mirada en todo lo que va pasando alrededor… Pero, al menos una vez al día, mira al SANTO. Lo contempla en la Eucaristía. Dios te quiere terminar de hacer, quiere terminar la obra de sus manos, y lo quiere hacer en Jesús, por medio de Jesús, en Jesús… Dios quiere que seas su hijo en Jesús, su Hijo.
Un santo, como cualquier persona, siente aromas, los aromas del mundo, algunos muy ricos y seductores, otros feos, otros aromas agradables y sencillos. Los aromas que se desprenden de los corazones de las personas. Pero, un santo reconoce el aroma de Dios en las cosas, los lugares, las personas, los proyectos, el aroma de Dios en las decisiones…
Un santo, como vos y como yo, siente las alegrías y tristezas de la vida. Un santo no busca dejar de sufrir, no busca un estado “alfa”, no le alcanza con el “american dream” (casita, autito, confort, tranquilidad). Un santo siente más. Siente el Amor del que es SANTO de verdad, se deja abrazar por el amor de un Dios que le entrega la propia vida de su Hijo Jesús.
Un santo gusta de las cosas simples de la vida: amigos, familia, artes, deportes… y gusta de estas cosas a fondo, sabiendo que son un anticipo que nos da el Santo de los Santos. Sí, Jesús nos regala la Vida Eterna (Jn 10,10), y todos los momentos lindos de esta vida son un anticipo de ella.
Un santo no es un cerrado o un aislado que no escucha a nadie… Un santo, al revés de esto, escucha a TODOS. Un santo escucha mucho. Calla, da de su tiempo y escucha. Y así, en las distintas voces va reconociendo la voz del Santo, de Jesús, que es la Palabra de Dios hecha carne (Jn 1, 17). Entonces, un santo escucha todo, pero sus oídos buscan sobre todo la Palabra de Dios, buscan al Maestro, al que dice de sí mismo: “Yo soy la Verdad”.
¿Un santo se hace? ¿Qué tengo que hacer?
Bueno… lo que hay que hacer es, básicamente, nada. Un santo no se hace, un santo ES. Santo es el que se maravilla de Dios, de lo que Dios es, de las obras que Dios mismo hace. Santo es el que se va maravillando creación permanente de Dios, con la Salvación permanente de Dios.
Santo no es el intachable, sino el que tiene la certeza, por gracia del Espíritu, de que existe un intachable…JESÚS.
Santo no es el fuerte, sino el que confía en la fuerza de Dios, que es el Evangelio.
Santo no es el que puede ser fiel, sino el que ve, el que goza profundamente de la fidelidad inconmovible de Dios.
Santo no es el que hace muchas cosas… sino el que deja que Dios haga cosas grandes en su propio corazón y en los demás…
Santo es a quien el Padre en el Hijo y por el Espíritu, le va haciendo saber, gustar, experimentar su Santidad infinita y gloriosa, desbordante… Él es EL Santo que vino a este mundo, que El mismo hizo, para seamos santos como ÉL es santo. Para que seamos hijos como Él es Hijo.
Sí… Vos estás llamado a ser un santo. ¿Sabés por qué? Porque Dios te ama con locura, y desde la Eucaristía de derrite de amor por vos… Quiere que te sientas tan Hijo de Dios como El…
Quiere hacer grandes cosas con vos…
¡Quiere llenar el mundo de su amor a través tuyo! ¡Quiere dar Vida eterna a través tuyo! Quiere invitar a que otros vivan su amor a través tuyo…
¿Sabías que podés ser un santo? El único requisito es… ¿Vos querés? ¿Deseas ser santo hoy?
Ese deseo lo inspira, lo pone Dios. Y Dios no pone deseos en el corazón que Él mismo no sea capaz de realizar…
Un santo, una bolsa enorme, llena de semillas, sembrador… Un santo… una lluvia que riega kilómetros y kilómetros de tierras de corazones áridos, secos…
Un santo, pobre, silencioso… Camina por el mundo, pero va prendiendo fuego del Reino de Dios que viene… Un santo va dejando Vida en lugares estériles, va generando una movida insospechada…
Un santo entrega al mundo otros santos… ¡Dios quiere que seas santo! Si vos querés, nada, ni nadie va poder impedir que Dios haga de vos un gran regalo para nuestro mundo!
Miralo en la Eucaristía y pedile que te haga santo porque Él es santo. Miralo en la Eucaristía y decile que sos pobre, que no terminas de creer en su Amor, pero que te haga confiar, abandonarte. Miralo en la Eucaristía, y pedile que de descubra su gloria, su luz, su resplandor… MIralo en la Eucaristía y decile cuánto necesitas su abrazo, su cercanía, sus palabras… Miralo en la Eucaristía, y pedile que te ayude a alabarlo, a bendecirlo… Miralo en la Eucaristía y pedile que te haga sentir que Él no te va soltar nunca… MIralo en la Eucaristía, miralo solo a Él… Solo a Él, solo a Jesús… La tierra entera se llena de su Presencia… Dale gracias, bendecilo, solo Jesús… Miralo en la Eucaristía y pronuncia su Nombre en tus labios… Jesús… Solo Él alcanza, basta y sobra…
¿Te diste cuenta que estás llamado a ser muy, pero muy fecundo en manos de Dios? Jesús hoy te dice: “Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él da mucho fruto (…)” ¿Te das una idea de lo que significa esto?
¿Sabías que sos una semilla chiquita que está llamada a ser un gran árbol?
Capaz no lo pensamos mucho, pero Dios hace las cosas bien, y nosotros venimos de sus manos y todavía no estamos terminados… Si nos ponemos en sus manos Él va hacer cosas muy grosas en nosotros y a través nuestro…
¿Te pusiste a ver el efecto que produce un santo en el mundo? Un santo es un despelote, un terremoto, ¡un tsunami! Un santo es como una nubecita que se va agradando con el Amor de Dios, y que se va convirtiendo en una tormenta enorme. Así, riega la tierra seca de tantos corazones que necesitan a Dios…
¡El Espíritu Santo nos hace santos!
Un santo tiene un fuego prendido, un fuego que no es propio, es fuego de Dios, fuerza de Dios, que es el Espíritu Santo. El Espíritu Santo que es luz y calor para el corazón del santo, pero que va siendo luz y calor para muchísimas personas.
Un santo, una vida iluminada y encendida, una vida en manos del que es la Vida. Por eso, la vida de un santo engendra vida, da Vida. Enciende, ilumina, estimula, nos hace confiar en Dios, en su amor incondicional, desbordante.
Un santo le deja al mundo otros santos… ¡Muchos! Tantos que ni el mismo santo lo sabe.
¿Cómo mira un santo?
Un santo mira al mundo de otra forma, no porque él sea “recopado”, sino porque mira al mundo entero con los ojos, con la mirada de Jesús. Mira a cada persona con los ojos del Señor Jesús. Alcanza a ver lo que el mundo no ve. Mirando al hermano sabe cómo está, lee su corazón… Y mirando transmite a Dios, transmite la ternura de Dios, la paz. Con la esperanza en la mirada inspira a otros confianza en Dios, la alegría que solo viene de Jesús.
¿Cómo habla un santo?
Cuando un santo habla parece que todo siguiera igual por fuera, pero los corazones que lo escuchan vibran… A veces, vibran despacito, y otras, hasta el punto de estremecerse. Un santo lleva la espada de la Palabra de Dios, que atraviesa los corazones, que llega hasta lo más hondo de cada ser humano.
¿Hacia dónde camina un santo?
Un santo camina igual que cualquier persona, pero sus pasos, cada paso que da está guiado por el Espíritu Santo. Ninguno de sus pasos es en vano. Camina por la vida para amar… Hasta el movimiento más insignificante es ofrenda, aroma para Dios. Pero, ¿cómo? ¿Cuándo va a la cocina, al baño, glorifica a Dios y su vida es fecunda? ¡¡¡ Sí !!! Cada suspiro de un santo es para Dios un pequeño regalo que hace que se derrita de amor por sus hijos.
¿Un santo es perfecto?
¡No! Un santo no es perfecto, al revés… ¡Es muy pobre! ¿Tiene talentos, dones? ¡Eso no importa! De nada sirven los talentos y capacidades si no están movidas, animadas por el fuego del Espíritu Santo, del Amor de Dios. Pocos o muchos talentos no es lo importante, sino ponerlos en manos de Aquel que los puso en nosotros.
¿Un santo hace todo bien?
¡No! De hecho, tiene las mismas metidas de pata que todos nosotros. Entonces, ¿qué es lo que hace que un santo sea un santo?
“El” Santo
Un santo, en realidad, mira, respira, siente, gusta, escucha al único Santo: ¡Jesús! Jesús es el “Santo de Dios” (Mc 1, 24)
Un santo, como cualquier persona, pone su mirada en todo lo que va pasando alrededor… Pero, al menos una vez al día, mira al SANTO. Lo contempla en la Eucaristía. Dios te quiere terminar de hacer, quiere terminar la obra de sus manos, y lo quiere hacer en Jesús, por medio de Jesús, en Jesús… Dios quiere que seas su hijo en Jesús, su Hijo.
Un santo, como cualquier persona, siente aromas, los aromas del mundo, algunos muy ricos y seductores, otros feos, otros aromas agradables y sencillos. Los aromas que se desprenden de los corazones de las personas. Pero, un santo reconoce el aroma de Dios en las cosas, los lugares, las personas, los proyectos, el aroma de Dios en las decisiones…
Un santo, como vos y como yo, siente las alegrías y tristezas de la vida. Un santo no busca dejar de sufrir, no busca un estado “alfa”, no le alcanza con el “american dream” (casita, autito, confort, tranquilidad). Un santo siente más. Siente el Amor del que es SANTO de verdad, se deja abrazar por el amor de un Dios que le entrega la propia vida de su Hijo Jesús.
Un santo gusta de las cosas simples de la vida: amigos, familia, artes, deportes… y gusta de estas cosas a fondo, sabiendo que son un anticipo que nos da el Santo de los Santos. Sí, Jesús nos regala la Vida Eterna (Jn 10,10), y todos los momentos lindos de esta vida son un anticipo de ella.
Un santo no es un cerrado o un aislado que no escucha a nadie… Un santo, al revés de esto, escucha a TODOS. Un santo escucha mucho. Calla, da de su tiempo y escucha. Y así, en las distintas voces va reconociendo la voz del Santo, de Jesús, que es la Palabra de Dios hecha carne (Jn 1, 17). Entonces, un santo escucha todo, pero sus oídos buscan sobre todo la Palabra de Dios, buscan al Maestro, al que dice de sí mismo: “Yo soy la Verdad”.
¿Un santo se hace? ¿Qué tengo que hacer?
Bueno… lo que hay que hacer es, básicamente, nada. Un santo no se hace, un santo ES. Santo es el que se maravilla de Dios, de lo que Dios es, de las obras que Dios mismo hace. Santo es el que se va maravillando creación permanente de Dios, con la Salvación permanente de Dios.
Santo no es el intachable, sino el que tiene la certeza, por gracia del Espíritu, de que existe un intachable…JESÚS.
Santo no es el fuerte, sino el que confía en la fuerza de Dios, que es el Evangelio.
Santo no es el que puede ser fiel, sino el que ve, el que goza profundamente de la fidelidad inconmovible de Dios.
Santo no es el que hace muchas cosas… sino el que deja que Dios haga cosas grandes en su propio corazón y en los demás…
Santo es a quien el Padre en el Hijo y por el Espíritu, le va haciendo saber, gustar, experimentar su Santidad infinita y gloriosa, desbordante… Él es EL Santo que vino a este mundo, que El mismo hizo, para seamos santos como ÉL es santo. Para que seamos hijos como Él es Hijo.
Sí… Vos estás llamado a ser un santo. ¿Sabés por qué? Porque Dios te ama con locura, y desde la Eucaristía de derrite de amor por vos… Quiere que te sientas tan Hijo de Dios como El…
Quiere hacer grandes cosas con vos…
¡Quiere llenar el mundo de su amor a través tuyo! ¡Quiere dar Vida eterna a través tuyo! Quiere invitar a que otros vivan su amor a través tuyo…
¿Sabías que podés ser un santo? El único requisito es… ¿Vos querés? ¿Deseas ser santo hoy?
Ese deseo lo inspira, lo pone Dios. Y Dios no pone deseos en el corazón que Él mismo no sea capaz de realizar…
Un santo, una bolsa enorme, llena de semillas, sembrador… Un santo… una lluvia que riega kilómetros y kilómetros de tierras de corazones áridos, secos…
Un santo, pobre, silencioso… Camina por el mundo, pero va prendiendo fuego del Reino de Dios que viene… Un santo va dejando Vida en lugares estériles, va generando una movida insospechada…
Un santo entrega al mundo otros santos… ¡Dios quiere que seas santo! Si vos querés, nada, ni nadie va poder impedir que Dios haga de vos un gran regalo para nuestro mundo!
Miralo en la Eucaristía y pedile que te haga santo porque Él es santo. Miralo en la Eucaristía y decile que sos pobre, que no terminas de creer en su Amor, pero que te haga confiar, abandonarte. Miralo en la Eucaristía, y pedile que de descubra su gloria, su luz, su resplandor… MIralo en la Eucaristía y decile cuánto necesitas su abrazo, su cercanía, sus palabras… Miralo en la Eucaristía, y pedile que te ayude a alabarlo, a bendecirlo… Miralo en la Eucaristía y pedile que te haga sentir que Él no te va soltar nunca… MIralo en la Eucaristía, miralo solo a Él… Solo a Él, solo a Jesús… La tierra entera se llena de su Presencia… Dale gracias, bendecilo, solo Jesús… Miralo en la Eucaristía y pronuncia su Nombre en tus labios… Jesús… Solo Él alcanza, basta y sobra…
terrible, muy bueno pater!
ResponderEliminarmatias braceras
QUE GRANDE QUIQUE!!!!!
ResponderEliminarQue lindas palabras, que inspiración, que redacción!!!!!!
Gracias por publicar esto!
Ricky M