El Don de Temor es un hábito sobrenatural por el cual el justo, bajo el instinto del Espíritu Santo, adquiere docilidad especial para someterse totalmente a la voluntad divina por reverencia a la excelencia y a la bondad de Dios.
Lo primero para entender este santo temor de Dios es distinguirlo del miedo. Dice el diccionario que el miedo es una “perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario; recelo o aprensión que uno tiene que le suceda una cosa contraria a lo que desea”.
Es decir que se tiene miedo de algo que nos puede hacer mal. Entonces ¿se puede tener miedo a Dios? ¿El Don de Temor es tenerle miedo a Dios? Ya Santo Tomás de Aquino se lo plantea: “El temor puede tener doble objeto: el mal mismo del que huye el hombre, y aquello de lo que puede provenir el mal. Pues bien, Dios, que es la bondad misma, no puede ser objeto de temor del primer modo. Del segundo, en cambio, puede serlo, en cuanto que de El o con respecto a El nos puede amenazar algún mal” (Suma Teológica, II-II, q 19, art 1).
Dios es bondad pura y por eso mismo no puede ser objeto de temor para nosotros. El Santo Temor de Dios es un Don que nos hace amar muchísimo su voluntad, amar lo que Él quiere y tener un cierto “miedo” de no serle fiel, ya que cada vez q nos alejamos de Dios nos alejamos de nosotros mismos y de nuestra felicidad.
Y San Hilario de Poitiers (Padre de la Iglesia del Siglo IV) escribe: “Para nosotros, el temor de Dios radica en el amor, y en el amor halla su perfección. Y la prueba de nuestro amor a Dios está en la obediencia a sus consejos, en la sumisión a sus mandatos, en la confianza en sus promesas. Oigamos lo que nos dice la Escritura: Ahora, Israel, ¿qué es lo que te exige el Señor tu Dios? Que temas al Señor tu Dios, que sigas sus caminos y lo ames, que guardes sus preceptos con todo el corazón y con toda el alma, para tu bien”.
El Temor de Dios es el temor de alejarse de Dios, el temor de no ser felices, el temor de errar el camino de felicidad que Él nos propone.
Este Don nos regala un sentimiento vivo de la grandeza de Dios, y ese sentimiento suele abrir al alma el “espíritu de adoración profunda” y de humildad ante su belleza, su bondad y su amor.
El Santo Temor de Dios nos hace no querer pecar, porque entendemos que siempre pecar nos deja heridas aunque Dios siempre perdone, siempre el pecado deja secuelas y este Don nos hace verlo claramente.
Pidamos el Don del Santo Temor de Dios para que siempre amemos la voluntad de Dios, para que seamos conscientes de lo que nos pasa cada vez que nos alejamos de Dios y de sus cosas. Pidamos el Don del Temor de Dios para amarlo mucho y vivir constantemente en espíritu de humilde y confiada adoración…
Lo primero para entender este santo temor de Dios es distinguirlo del miedo. Dice el diccionario que el miedo es una “perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario; recelo o aprensión que uno tiene que le suceda una cosa contraria a lo que desea”.
Es decir que se tiene miedo de algo que nos puede hacer mal. Entonces ¿se puede tener miedo a Dios? ¿El Don de Temor es tenerle miedo a Dios? Ya Santo Tomás de Aquino se lo plantea: “El temor puede tener doble objeto: el mal mismo del que huye el hombre, y aquello de lo que puede provenir el mal. Pues bien, Dios, que es la bondad misma, no puede ser objeto de temor del primer modo. Del segundo, en cambio, puede serlo, en cuanto que de El o con respecto a El nos puede amenazar algún mal” (Suma Teológica, II-II, q 19, art 1).
Dios es bondad pura y por eso mismo no puede ser objeto de temor para nosotros. El Santo Temor de Dios es un Don que nos hace amar muchísimo su voluntad, amar lo que Él quiere y tener un cierto “miedo” de no serle fiel, ya que cada vez q nos alejamos de Dios nos alejamos de nosotros mismos y de nuestra felicidad.
Y San Hilario de Poitiers (Padre de la Iglesia del Siglo IV) escribe: “Para nosotros, el temor de Dios radica en el amor, y en el amor halla su perfección. Y la prueba de nuestro amor a Dios está en la obediencia a sus consejos, en la sumisión a sus mandatos, en la confianza en sus promesas. Oigamos lo que nos dice la Escritura: Ahora, Israel, ¿qué es lo que te exige el Señor tu Dios? Que temas al Señor tu Dios, que sigas sus caminos y lo ames, que guardes sus preceptos con todo el corazón y con toda el alma, para tu bien”.
El Temor de Dios es el temor de alejarse de Dios, el temor de no ser felices, el temor de errar el camino de felicidad que Él nos propone.
Este Don nos regala un sentimiento vivo de la grandeza de Dios, y ese sentimiento suele abrir al alma el “espíritu de adoración profunda” y de humildad ante su belleza, su bondad y su amor.
El Santo Temor de Dios nos hace no querer pecar, porque entendemos que siempre pecar nos deja heridas aunque Dios siempre perdone, siempre el pecado deja secuelas y este Don nos hace verlo claramente.
Pidamos el Don del Santo Temor de Dios para que siempre amemos la voluntad de Dios, para que seamos conscientes de lo que nos pasa cada vez que nos alejamos de Dios y de sus cosas. Pidamos el Don del Temor de Dios para amarlo mucho y vivir constantemente en espíritu de humilde y confiada adoración…
Gracias padre!
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