No hay Papa.
Después de casi ocho años de la muerte del Papa Juan Pablo II, la Iglesia vuelve a experimentar la ocasional orfandad que ya ha atravesado tantas veces en su bimilenaria historia: No hay Papa.
Pero esta dolorosa eventualidad, es una oportunidad para recordar dos cosas: primero la absoluta primacía de la gracia en la vida de la Iglesia, que nos hace descansar serenos en la certeza de fe de que es Cristo el verdadero Pastor del rebaño. Lo otro que recordamos es la necesidad que tiene la Santa Iglesia del ministerio petrino, ejercido por el Sucesor del apóstol San Pedro, Vicario de Cristo, fundamento de la unidad y de la comunión en la fe.
No hay Papa. Pero, en la memoria bimilenaria de la Iglesia, vive la certeza de que pronto recibiremos de parte de Dios aquel que viene en Su Nombre a confirmarnos en la fe.
Por eso la Iglesia vibra en la esperanza cierta de que, aunque ahora no haya Papa, pronto, muy pronto... sí "habrá Papa".
Y le amaremos mucho , muchísimo, como amamos a Benedicto XVI, a Juan Pablo II, a Juan Pablo I a quien alcanzamos a amar profundamente en sus apenas treinta tres días de Pontificado, como amamos a Pablo VI, al entrañable Juan XXIII, al gran Pío XII, y podríamos seguir hasta el mismísimo apóstol Pedro, el primero de todos nuestros Papas.
La Iglesia ahora está sin Papa, pero espera al Papa que pronto Dios le enviará.
El demonio, que como dice el mismo Cristo, es "el mentiroso y padre de la mentira" (Jn 8, 44) odia a la Iglesia, y odia terriblemente al ministerio petrino, por eso busca hacer guarida en nuestros corazones a través de sus herramientas favoritas: el miedo y el engaño. Y se nos cuela a traves de cierta prensa y de muchas páginas en la web, buscando empantanarnos con mentiras y con verdades, pero dichas para engañar y para quitar la paz. Eso nunca viene de Dios.
Por eso a no temer, ¡Pronto habrá Papa! Y será el Papa que Dios en su infinito amor y compasión nos envíe como pastor y conductor de la nave en estos tiempos de tormentas.
Las herramientas del diablo son el engaño y el temor; las herramientas del Espíritu son la oración y la confianza en Dios. Cada uno sabrá cuáles elegir.
Queda ahora dejar un agradecimiento sentido al Papa emérito, Su Santidad Benedicto XVI. Cuando el 2 de abril de 2005 moría el Papa Juan Pablo II, nos parecía dificil amar a otro Papa tanto como a él. Pero Dios nos regaló un gran Papa, un "simple humilde trabajador en el viña del Señor" a quien llegamos a amar, escuchar, admirar y seguir mucho más de lo hubiéramos podido imaginar jamás
Gracias a Dios por el gran Papa Benedicto XVI. La Iglesia, que le debe mucho, nunca lo olvidará. Dios mío... ¡cómo le amamos!
Ahora, llenos de sobrenatural esperanza y confianza en Dios aguardamos la llegada de "aquel que llega en el Nombre del Señor"
¡Viva el Papa!
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