Al celebrar hoy la fiesta del Evangelista San Lucas, la
Iglesia celebra su alegría por los dones de santidad que Dios sembró en nuestra
historia. ¡Qué don de Dios!: el Evangelio es predicado hasta los confines de la
tierra. No se trata de una enseñanza vacía o de una normativa externa, sino que se trata
de una Buena Noticia que involucra toda la existencia: la vida tiene un sentido,
Dios-Amor nos ha creado y en Cristo nos llama a vivir en intimidad con Él. La
vida estaba perdida pero Dios nos ha devuelto la vida y nos abre la esperanza
de la salvación. Ésa es la Buena Notica de Jesucristo: Dios se hizo hombre para
poder abrazar nuestra vida…
La Iglesia existe para que ese "Evangelio" llegue como sagrado anuncio hasta los confines
de la tierra. Es decir hasta más allá de los límites geográficos y existenciales que nos
podamos imaginar. Ninguna realidad humana debe quedar afuera de esta misión. “La
Iglesia existe para evangelizar” porque es consciente de que el mundo necesita
recuperar el sentido último y verdadero de la historia y de la vida: "conocer al único Dios verdadero y a su enviado Jesucristo" (Jn 17,3)
En este AÑO de la FE, que nos propone nuestro Santo Padre el
Papa Benedicto XVI, volvamos nuestra mirada al Dios de la vida y pidamos que la contemplación de su Vida Divina
nos inunde de un renovado fervor apostólico, de aquel fuego que movió a los santos misioneros
desde el principio de la predicación evangélica, ese fuego que los hizo superar
todo obstáculo, toda barrera, todo límite y frontera con tal que el Evangelio
se plasme en el corazón de los hombres.
Hoy la Iglesia necesita ese fervor de santidad, ese extraordinario amor a
las almas que nos impulse a querer dejarlo todo para que el Nombre de Jesús
resuene hasta los confines más recónditos de la existencia humana. Ese fervor apostólico
de santidad le suplicamos al buen Dios como fruto de este Año de la fe que
estamos transitando…
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