viernes, 11 de septiembre de 2009
Novena del Señor del Milagro (Sexto día)
Hecho el acto de contrición, como al principio y la oración preparatoria, y rezadas las tres Avemarías, se dirá la siguiente
SEXTO DIA
Oh, mi Jesús! ¿Cómo habéis podido sufrirme tanto tiempo? ¡Tantas veces como he huido de Vos, y a pesar de esto Vos habéis venido siempre a mi encuentro! ¡Tantas veces como os he ofendido, y Vos me habéis perdonado! ¡Os ofendí de nuevo, y de nuevo me habéis concedido el perdón! ¡Ah, hacedme sentir un poco de aquel dolor que padecisteis en el Huerto de Getsemaní, cuando, al pensar en nuestros pecados, llegasteis a sudar sangre. Yo me arrepiento, oh Redentor mío, de haber tan mal correspondido, a vuestro amor. ¡Oh placeres malditos, yo os detesto y abomino! Vosotros me hicisteis perder la gracia del Señor. ¡Oh, amado Jesús!, yo os amo sobre todas las cosas, y renuncio a todas las satisfacciones ilícitas, prefiriendo morir mil veces antes que ofendemos jamás. ¡Ah! por el afecto que me mostrasteis en la Cruz, y que os obligó a ofrecer por mí esa vida divina, dadme la luz y la fuerza para resistir las tentaciones, y recurrir en ellas a vuestra ayuda. ¡Oh, María, mi esperanza, ya que todo lo podéis con Dios, alcanzadme la santa perseverancia, y haced que no me separe jamás de vuestro amor!
Dulcísimo Señor del Milagro, perdonad mis pecados, y librad, por vuestra misericordia, a la ciudad de Salta de todo castigo. Concedednos esta gracia, por intercesión de nuestra Protectora, vuestra dulcísima Madre, la Inmaculada Virgen del Milagro. AMÉN.
ATRIBUTOS DE MARÍA - Jardín Cerrado
Purísima Virgen del Milagro, María, Madre admirable, milagro de la gracia, el sexto atributo que simboliza vuestra original pureza, es el Jardín Cerrado. Encerrad, Madre mía, en vuestro corazón purísimo, como en jardín soberano, todos nuestros pensamientos y obras, para que de hoy en adelante ya no piense en otra cosa, sino sólo en serviros, ni quiera más gloria que la de amaros, y haced que con la fragancia suavísima de todas vuestras virtudes se conviertan nuestros deseos en fruto de vuestro agrado, para que, adornándose mi alma con las flores de las virtudes, merezca ser suave olor de Cristo en la gloria. AMÉN.
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