¡Hay que volar!
Por: MST
En la vida hay que volar. Hay veces que uno se siente muy cómodo con una situación particular en la vida; ya sea un trabajo, una carrera universitaria, o tan solo una situación agradable. Sin embargo cuando llega el momento de abandonar esas cosas por algo nuevo, nos da miedo, inseguridad y hasta nostalgia por no querer dejarlas.
Hay que volar…
Puede resultarle muy cómodo a una abeja alimentarse en una determinada flor, porque se nutre, y tal vez no corra peligro por ser una flor protegida. Hete aquí que llegado el momento de buscar una nueva flor, la abeja debe armarse de valor, abrir las alas y lanzarse en un vuelo peligroso a través de campos en busca de un nuevo paraje. Nada fácil debe ser para la recolectora abandonar la comodidad y seguridad de su situación para salir en busca de una nueva flor desconocida y de la que probablemente no conozca la ubicación. Ha de confiar entonces en que el campo le brindará nuevo néctar y en que sus alas no la abandonarán. Solo así llegará a destino son rendirse en vuelo.
Así debemos volar nosotros, de flor en flor, de día en día, confiados en que Dios siempre nos da flores donde posarnos, y en que Cristo como nuestras alas nunca nos abandona en el camino.
Hay que confiar, armarse de valor y lanzarse en la búsqueda. Dios siempre nos ofrece flores, algunas con espinas, otras más llamativas, algunas más dulces, y otras mas amargas; pero lo importante es que todas alimentan, porque por algo las creó Dios. Y cada una nos acerca más al Padre.
Aquél que no vuela, no solo se estanca, sino que impide que otro ocupe su lugar e impide que otros tengan las oportunidades que él tuvo.
Además es necesario llevar el polen de flor en flor para que crezcan nuevas flores.
Vayamos donde vayamos llevemos el Amor que recibimos de Dios en cada momento, para que el Amor de Dios germine en los corazones de los que nos rodean.
Es por eso que hay que aprender a volar.
Confía tu vida a Cristo y ya estarás volando…
Por: MST
En la vida hay que volar. Hay veces que uno se siente muy cómodo con una situación particular en la vida; ya sea un trabajo, una carrera universitaria, o tan solo una situación agradable. Sin embargo cuando llega el momento de abandonar esas cosas por algo nuevo, nos da miedo, inseguridad y hasta nostalgia por no querer dejarlas.
Hay que volar…
Puede resultarle muy cómodo a una abeja alimentarse en una determinada flor, porque se nutre, y tal vez no corra peligro por ser una flor protegida. Hete aquí que llegado el momento de buscar una nueva flor, la abeja debe armarse de valor, abrir las alas y lanzarse en un vuelo peligroso a través de campos en busca de un nuevo paraje. Nada fácil debe ser para la recolectora abandonar la comodidad y seguridad de su situación para salir en busca de una nueva flor desconocida y de la que probablemente no conozca la ubicación. Ha de confiar entonces en que el campo le brindará nuevo néctar y en que sus alas no la abandonarán. Solo así llegará a destino son rendirse en vuelo.
Así debemos volar nosotros, de flor en flor, de día en día, confiados en que Dios siempre nos da flores donde posarnos, y en que Cristo como nuestras alas nunca nos abandona en el camino.
Hay que confiar, armarse de valor y lanzarse en la búsqueda. Dios siempre nos ofrece flores, algunas con espinas, otras más llamativas, algunas más dulces, y otras mas amargas; pero lo importante es que todas alimentan, porque por algo las creó Dios. Y cada una nos acerca más al Padre.
Aquél que no vuela, no solo se estanca, sino que impide que otro ocupe su lugar e impide que otros tengan las oportunidades que él tuvo.
Además es necesario llevar el polen de flor en flor para que crezcan nuevas flores.
Vayamos donde vayamos llevemos el Amor que recibimos de Dios en cada momento, para que el Amor de Dios germine en los corazones de los que nos rodean.
Es por eso que hay que aprender a volar.
Confía tu vida a Cristo y ya estarás volando…
Que buen escrito Padre. Hay que volar pero da un poco de miedo. Reza por mi. Te saludo desde lejos. Joaco Bendremi
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