miércoles, 1 de diciembre de 2010

9 - SANTIDAD


Memoria de Santa Teresita del Niño Jesús,
lº de octubre de 1993

Querido padre Tomás:
Mientras miro por la ventana, veo como cae una lluvia torrencial. Sería imposible salir en este momento sin empaparse.
La lluvia me recuerda las enseñanzas de la Iglesia sobre la devoción al Santísimo Sacramento que garantiza el éxito y es el camino más seguro para la santidad. El Papa Pablo VI dice en Mysterium Fidei que la forma más eficaz para crecer en santidad es el tiempo que se pasa con Jesús en el Santísimo Sacramento.
Jesús mismo dijo que Su Corazón en el Santísimo Sacramento es una fuente por donde corre agua viva y que llama a todos para que se acerquen a Él (Jn. 7, 38).
Cada vez que nos acercamos a Jesús, Él nos santifica. Cada momento en su presencia aumenta nuestra unión con Él.
Santa Teresita, la pequeña flor, fue una verdadera prueba de esto. Se sentía muy descorazonada porque se dormía durante su hora santa en presencia de Jesús en el Santísimo Sacramento. Desde que ingresó al convento carmelita para dedicarse a la oración y a la vida contemplativa, estuvo tentada de salir, porque pensaba que era un fracaso total.
Cuando se le apareció Jesús y le preguntó si se acordaba de lo que su padre le decía cuando era pequeña y se dormía en su falda, ella le contó que le decía que él gozaba tanto cuando ella dormía sobre su falda como cuando estaba despierta hablándole.
Entonces Jesús le contestó: "!Lo mismo pasa conmigo!" Santa Teresita murió a los veinticuatro años y se la considera la más grande de las santas del siglo XX. Aún cuando se dormía en la capilla, ella iba creciendo en santidad! La santidad es la segunda gracia que recibimos.
Y así como ahora no se podría salir bajo la lluvia torrencial sin empaparse, tampoco se puede estar en la presencia del Santísimo Sacramento sin empaparse espiritualmente y crecer en la misma vida y santidad del Señor. Por esto la Escritura dice: "vendrá a nosotros... como la lluvia tardía que riega la tierra". (Os 6, 3)
Fraternalmente tuyo en Su Amor Eucarístico, Mons. Pepe