domingo, 20 de septiembre de 2009

El Don de Fortaleza


En la etiqueta "Espíritu Santo" de este bolg venimos meditando sobre los siete Dones, tratando de entederlos un poco mas. Y después de haberlo hecho con los restantes, nos queda el que les presento ahora: el Don de Fortaleza.

¿Qué es este Don de Fortaleza? Tenemos idea de qué es la fortaleza humana por varias razones. Además, también hay una virtud de ser fuertes que consiste en el hábito de superar las dificultades y resistir en los males. Pero aquí hablamos de “Dones”, que es más que una virtud: se trata de un regalo, un Don, que está por encima de la obra del hombre, podríamos decir "nos viene de arriba".
Éste Don es el que nos da la fortaleza necesaria para el seguimiento de Jesucristo, por el Reino de los Cielos. No es cualquier modo de ser fuerte, no es cualquier fortaleza, sino que se trata de ser fuertes para seguir en el camino de Jesucristo, ese es el Don de Fortaleza que nos da el Espíritu Santo. No se trata de que venga a darnos fuerza para ser superhombres, o para darnos mas “fuerza de voluntad”, sino que simplemente viene a hacernos cristianos en serio, desde lo mas hondo de nosotros mismos, dándonos la fuerza para poder ser fieles al Amor de Dios.

El mayor ejemplo de este Don de fortaleza en el mundo es Jesucristo; a Él la fuerza le brotaba de una oración insistente y confiada, la fuerza le venía del Padre. Siendo tan profundamente humano sintió angustia ante la muerte, sintió su alma turbada, lloró, se angustió y sufrió, y necesitó rezar mucho para obtener la fuerza de Dios para atravesar ese duro momento de la Pasión. Porque El fue “uno como cualquiera” nos dice San Pablo, refiriéndose a su humanidad. Jesucristo no fue un superhombre, un superhéroe con poderes especiales. Su humanidad fue como la nuestra, pero totalmente “ungida” por el Espíritu Santo, que lo colmó de todos los dones.

El Don de Fortaleza en nuestra vida nos hace optar por Jesucristo aunque ese seguimiento traiga dificultades y problemas. Hay que ser muy fuertes para perseverar en medio de las dificultades, con la clara comprensión de que las cosas no son por casualidad sino que Dios nos da esta vocación, es decir esta vida a cada uno de nosotros.
Es el Don de las almas mas grandes, por ejemplo los mártires que se entregan a un tormento por seguir a Cristo. Pero también es el Don de las almas anónimas, de las almas de todos los que luchan contra si mismos, contra la cultura del ambiente, las bromas y las presiones de los amigos, de la familia, contra todo y mas, por ser fieles a Jesucristo. Es el Don de Fortaleza el que nos asiste cuando optamos por Jesús en una circunstancia que exige renuncias, entregas o sacrificios.
Este Don no viene a a hacernos fuertes según los ojos de la carne sino que viene a darnos la fuerza de la fidelidad y el amor a Jesucristo, cueste lo que cueste, salga como salga… Es el Don de Fortaleza el que lleva a uno a querer ser santo “aunque me cueste, aunque no pueda, aunque reviente, aunque me muera…”
Que el Espíritu de Dios traiga a nuestras almas su fuerza divina para que podamos soportar los males y vencer todas las dificultades interiores y exteriores que nos alejen del seguimiento de Jesucristo.

Cuando las cosas se ponen dificiles y complicadas, es cuando suele salir lo mejor de uno mismo. Que siempre seamos capaces de acoger el Don de Fortaleza ante los acontecimientos que nos presente la vida para llegar así a la plenitud para la que fuimos pensados.

El Don de Inteligencia


Los dones del Espíritu Santo son como iluminaciones o “toques” especiales que nos da el mismo Espíritu para que podamos penetrar en algunos de los “rincones” esenciales para nuestra santidad. Su cometido fundamental es entender a Jesucristo. No son dones abstractos ni especulativos, ni lejanos… Los dones del Espíritu vienen a enseñarnos quién es Jesucristo y nos llevan a una relación personal con Jesucristo y por Él con el Padre, la Santísima Virgen y los santos.

Se define este Don de Inteligencia como “un hábito sobrenatural infundido por la gracia santificante por el cual la inteligencia del hombre, bajo la acción iluminadora del Espíritu Santo, se hace apta para una penetrante intuición de las verdades reveladas especulativas y prácticas y hasta las naturales en orden al fin sobrenatural”.

Un poco mas sencillito… Este Don es un don de conocimiento y nos hace conocer a Jesucristo en la línea de la verdad. Nos lo hace conocer “desde adentro”, íntimamente, diría Santo Tomás: “El nombre de entendimiento implica un conocimiento íntimo. Entender significa, en efecto, algo como leer dentro” (Suma Teológica II-II, q 8, art 1).
Los hombres entendemos las cosas por la inteligencia, pero nuestra inteligencia es racional, o sea que pasa deductivamente de una cosa a la otra: “dos y dos son cuatro, cuatro y dos son seis…” dice la canción de las niñas… Así funciona nuestra razón, por partes, distinguiendo, comparando… Nuestra razón natural necesita distinguir para entender. El Espíritu Santo cuando viene con el Don de Inteligencia no viene con ese método racional, sino que viene de una manera más parecida al conocimiento del cielo… Porque en el cielo el conocimiento es intuitivo, se ve directamente a Dios “tal cual es” diría San Pablo. Y no veremos por nosotros mismos, sino por “especies divinas” es decir por algo que nos dará Dios. Las cosas nos serán evidentes, sin necesidad de distinguir ni comparar, sino que conoceremos todo intuitivamente -es decir en su conjunto- porque conocernos todo en Dios… En esta vida el Don de Inteligencia funciona de modo semejante y nos hace conocer así, aunque según nuestra capacidad humana, a Dios, a sus misterios y a las creaturas.

Un hermoso ejemplo del Don de Inteligencia es Tomás, el apóstol incrédulo, cuando vio al Resucitado después de no haber creído a los otros discípulos. Cuando vio al Señor sin discurrir ni analizar, sino de golpe, entendió todo, y por eso dijo: “Señor mío y Dios mío” como un signo de que había entendido profundamente en el misterio de Jesucristo.

Este Don nos da una gracia especial para descubrir el sentido oculto de las Escrituras. Muchas veces nos pasa que leyendo la Biblia, especialmente en oración, sentimos algo nuevo en un texto leído muchas veces. Eso es el Don de Inteligencia que nos da luces para conocer una presencia viva y novedosa de Dios. También puede pasarnos con una canción, con una lectura, una predicación… Cualquier cosa que sintamos que haga que “se nos abren los ojos” como les pasó los discípulos de Emaús que, cuando el Desconocido partió el pan, ahí lo reconocieron por la acción del Don de Inteligencia. O a la Magdalena que habla con el cuidador de la huerta en el sepulcro de Jesús sin reconocerlo. Pero cuando el Señor le dijo “María” ella recibió en Don de Inteligencia y entendió todo: le respondió “Raboní” y se tiró a los pies del Resucitado.

Uno de los hombres más distinguidos por el Espíritu Santo con este Don de Inteligencia ha sido Santo Tomás de Aquino, un dominico que vivió hace ochocientos años. Escribió cosas maravillosas hasta sus cuarenta y nueve años en que se murió. Pero unos meses antes de morir dejó de escribir sin haber terminado una obra magnifica que estaba escribiendo, la Suma Teológica. Su asistente, llamado Fray Reginaldo, todos los días le pedía de terminar la obra de la que faltaba menos del dos por ciento. Y Santo Tomás, nada. Al fin un día dijo Tomás: “el Señor me ha dado el don de haber visto (leer desde adentro “intus leyere”) el cielo, y me he dado cuenta que todo lo que he escrito es nada” Por un Don de Inteligencia Santo Tomás penetró en las maravillas del misterio de Dios y sentía que ya nada podía decir. Esto es lo que hace con todos este Don.
Pidamos la gracia de que los dones del Espíritu funcionen en nosotros y nos hagan dignos y capaces de lo que nuestras fuerzas no pueden: recibir el Don de la santidad.
Que recibamos este Don de Inteligencia para entender desde dentro y con profunda convicción las verdades más hermosas de nuestra fe: que Jesús está vivo, que Él nos salva y es el Señor.

El Don de Piedad


El Don de Piedad nos recuerda que somos hijos de Dios. Dice Santo Tomás de Aquino en la Suma Teológica: “los dones del Espíritu Santo son ciertas disposiciones habituales del alma que la hacen ser dócil a la acción del Espíritu Santo. Ahora bien: entre otras mociones del Espíritu Santo, hay una que nos impulsa a tener un afecto filial para con Dios, según expresión de Rom 8,15: Habéis recibido el Espíritu de adopción filial por el que clamamos: ¡Abba! ¡Padre! Y, como lo propio de la piedad es prestar sumisión y culto al Padre, se sigue que la piedad, por la que rendimos sumisión y culto a Dios como Padre bajo la moción del Espíritu Santo, es un don del Espíritu Santo.” (Suma Teológica II-II, q. 121, art. 1)

La función de este Don es la de hacernos sentir a gusto en las cosas de Dios, como un niño se siente a gusto y seguro en los brazos de su padre o de su madre. Este don es el que nos hace espiritualmente niños capaces de confiar tiernamente en la bondad de Dios.
En nuestra vida tenemos tantos lugares donde sentirnos a gusto, tantas cosas en las que poner nuestra confianza, que se hace difícil para el alma poder elevar la mirada por sobre todas las cosas y descansar en Dios. Para hacerlo es necesario reconocer claramente que Dios es nuestro Padre y que nos ama. El Don de Piedad es el Espíritu Santo trabajando interiormente para hacernos hijos de Dios. Y como todo buen hijo de buen padre, nos hace sentirnos seguros y a gusto de estar en las cosas de Dios.
Un hombre “piadoso” no es el que vive como si fuera una “estampita”, manos cruzadas y ojos entrecerrados y elevados al cielo, sino que el piadoso es aquel que de verdad disfruta de Dios y de todas sus cosas.

Y para la santidad necesitamos sentirnos a gusto con Dios, con sus cosas, con la Iglesia, con los Sacramentos. No sólo saber con la mente que son buenos y necesarios sino además tener gusto y deseo de todas las cosas de Dios. El Don de Piedad es el que nos hace adoradores "en espíritu y en verdad", mas allá de nuestras debilidades, de nuestras dudas, de nuestra falta de constancia, de nuestras profundas resistencias de adorar en serio a Dios.

El mundo necesita jóvenes “piadosos” en serio, de esos que sirven y adoran a Dios "en espíritu y en verdad". No como una postura exterior sino con el corazón ardiendo de fuego de amor a Dios. Necesitamos jóvenes piadosos que ardan en deseos de santidad. El mundo y las cosas del mundo muchas veces quieren seducir a los jóvenes y enamorarlos de muchísimas cosas, cosas que cuanto mas enamoran un alma, más la alejan de Dios, por eso necesitamos que el Espíritu Santo suscite el Don de Piedad en todos pero especialmente en los jóvenes, para que se “enamoren” de Dios, de tal modo que quieran darle sus vidas con confianza y seguridad.

El Don de Piedad es el que llena de vida y plenitud la virtud de religión, es decir , nos cuida de caer en vivir una religiosidad vacía o meramente exterior. Pidamos este Don para todos los que trabajamos en la Iglesia, para que siempre seamos una Iglesia alegre, humilde y totalmente enamorada de Jesucristo. Esto lo hace el Don de Piedad.

Ven Espíritu Santo y despierta en nosotros el Don de Piedad que nos haga sentirnos plenos, felices y totalmente confiados en tus brazos de Padre. Ése es el camino de la felicidad, ése es el camino de la santidad…

El Don de Consejo


El Don de Consejo es un hábito sobrenatural por el cual el alma en gracia, bajo la inspiración del Espíritu Santo, juzga rectamente, en los casos particulares, lo que conviene hacer en orden al fin último sobrenatural.

Hace poco le pregunté a un joven si sabía qué era el Don de Consejo y me dijo textual: “sí, Pater, es lo que haces vos que aconsejas a gente todo el día”… Nop! No es eso! El Don de Consejo no consiste en tener la capacidad de aconsejar a los demás… sino que es el Don por el cual somos aconsejados por el Espíritu de Dios. Claro que es un Don, porque nace del amor de Dios que quiere conducirnos hacia el Bien que es Él mismo y nos enseña entonces a conducirnos en el los casos concretos. Es decir que es el Don que nos dice qué paso dar aquí y ahora, en orden a llevarnos a la meta del camino que es la santidad.
Este Don viene a hacernos más prudentes en el obrar, y desarrolla en nosotros la capacidad de resolver según Dios en situaciones concretas, especialmente si se trata de casos repentinos, imprevistos, y difíciles de resolver, que requieren a veces una solución en el instante. Estas situaciones que no dan tiempo a que uno pueda sentarse a pensar y considerar y estimar los “pros” y los “contra” en una reflexión serena. Aquí nos es necesario el Don de Consejo que puede darnos una solución instantánea de lo que debe hacerse por esa especie de instinto o connaturalidad característica de los dones.
Hay situaciones muy complejas en que no basta con la prudencia humana, ni siquiera con la virtud de la prudencia, y se hace necesario el Don de Consejo que nos sugiere de parte de Dios cómo obrar en el caso concreto.
Este Don es muy necesario para todo aquel que de algún modo tenga responsabilidad sobre otras personas. Cuentan que a Santo Tomás de Aquino le preguntaban en cierta ocasión su parecer sobre un asunto: querían darle el oficio de gobierno a un hombre “muy santo”. Santo Tomás respondió diciendo: “si es sabio, que nos enseñe; y si es santo que rece por nosotros, y si es prudente, que nos gobierne” El Don de Consejo viene a perfeccionar esa prudencia especialmente necesaria para cualquier tipo de tarea de conducción o gobierno. También es un Don sumamente necesario para los confesores y especialmente los directores espirituales. Un buen director espiritual es alguien que tiene muy vivo el Don de Consejo en su alma.

Este Don nos preserva del peligro de una falsa conciencia, negaciones y autoengaños, ya que superando las luces de la razón natural, a veces demasiado influenciada por la pasión, los gustos o los caprichos, nos dicta con fuerza lo que hay que hacer.
También nos resuelve con seguridad y certeza muchas situaciones difíciles e imprevistas, sobre todo cuando no alcanza la simple prudencia.
Otro efecto de este Don es que nos inspira los medios más oportunos y eficaces para hacer el bien a otras personas. Aquí entra el aconsejar a otros. Nadie aconseja mejor que quien tiene el Don de Consejo, porque tiene un hábito de dejarse aconsejar por Dios y puede también conocer las inspiraciones de Dios para otras personas.

En este mundo hay tantos “consejeros”. Muchos programas de tevé llaman “consejos” a las publicidades… que nos aconsejan una cerveza, una compañía de aviación, crema para depilar, o perchas eléctricas para el placard... Todos consejos que nos llegan. En medio de tantos y tantos consejos pidamos en esta Novena de Pentecostés la gracia de dejarnos aconsejar por el Espíritu de Dios en el aquí y ahora de nuestra vida cotidiana, porque aconsejados por la Voz del Señor, estamos seguros de ir hacia nuestra verdadera y plena felicidad…

El Don de Ciencia



El Don de Ciencia es un hábito sobrenatural infundido por la Gracia por el cual la inteligencia del hombre bajo la acción iluminadora del Espíritu Santo, juzga rectamente de las cosas creadas en orden al fin sobrenatural.

Si el Don de Sabiduría nos hace ver las cosas desde Dios y entenderlas desde Él y participar así de alguna modo de su divina sabiduría, el Don de Ciencia es al revés, por decirlo de algún modo casi inapropiado… Es que por el Don de Ciencia el hombre puede “juzgar rectamente de las cosas”, es decir que este Don es el que nos hace descubrir a Dios detrás de todas las cosas.
Vemos cómo, por el Don de Ciencia, los santos no están aferrados a las cosas materiales y son libres de usarlas según el fin para el cual Dios las ha creado. Por ejemplo: Santa Teresa no estaba de ningún modo apegada al dinero y sin embargo cuando lo necesitaba no dudaba en buscarlo y conseguirlo. Es conocido como en momentos de necesidad económica la santa de Ávila “cobraba dinero” a ciertas personas muy ricas que querían hablar de cosas espirituales con ella. Como la santa tenía tan poco tiempo y tanto trabajo del que dependían para subsistir ella y sus hermanas, no dudaba entonces en cobrar un arancel por las charlas que tenía con algunas personas. Podríamos decir que Santa Teresa tenía un Don de Ciencia respecto del tiempo y de los bienes materiales en cuanto que eran cosas necesarias para sus hijas.
El Don de Ciencia nos hace ver claramente que detrás de todas las cosas está Dios. Necesitamos el Don de Ciencia para usar de las cosas según el fin para el cual han sido creadas. Con el Don de Ciencia puedo usar de las cosas que me acercan a Dios y alejarme de las cosas que me alejan de Él.
El Don de Ciencia me inspira el modo mas apropiado de actuar frente a las demás personas en orden a la voluntad de Dios. Santo Tomás decía que por éste Don nos hacemos más prudentes, ya que al ver a Dios detrás de todas las cosas, actuamos más según su voluntad. Por ejemplo: un predicador sabe que decir a sus oyentes por este Don, una madre qué cosas enseñar y cómo según la necesidad de su hijo…
El Don de Ciencia nos ayuda a desprendernos de las cosas y a ser más libres, lo cual no es más que una consecuencia del recto juzgar de las cosas, es decir de saber lo que son las cosas y no sobrevalorarlas.
El Don de Ciencia nos enseña a usar santamente de las cosas creadas. Muchos santos al contemplar las cosas creadas remontaban su alma a Dios. Por este Don podemos descubrir que Dios está detrás de un paisaje maravilloso, y cada vez que nos asombramos por la belleza de algo y pensamos en Dios es el Don de Ciencia el que está actuando.
Gracias al Don de Ciencia la fe, lejos de encontrar obstáculos en las cosas creadas para remontarse hasta Dios el hombre se vale de ellas como un trampolín que lo ayuda a poder hacerlo con más facilidad.
Necesitamos el Don de Ciencia para la santidad, pera reconocer a Dios en todas las cosas y personas del mundo y entonces poder obrar adecuadamente según su Voluntad.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Pacto de Fidelidad


PACTO DE FIDELIDAD del pueblo de Salta con el Señor del Milagro

Divino Jesús Crucificado y Señor Nuestro del Milagro, el pueblo de Salta hoy postrado en vuestra presencia, viene a renovar los votos de sus mayores, cuando acudiera a Vos, encontrando remedio a su aflicción. Sí, ante esa cruz que nos enviasteis a través de los mares para ser nuestro escudo y defensa, juramos lo que juraron nuestros padres, teneros siempre por Padre, Abogado y Patrono, y reconocer vuestra real soberanía sobre todo los pueblos, y especialmente sobre el nuestro. Confesamos que sois el camino, la verdad y la vida, así de los individuos como las de las familias, pueblos y naciones; y que lejos de Vos y de los esplendores de Vuestra Cruz solo se encuentran engaños y amarguras. Hacemos nuestro el pacto de fidelidad celebrado por nuestros antepasados, prometiendo que Vos, dulce Jesús, serás siempre nuestro y que nosotros seremos siempre tuyos. Extiéndase vuestros brazos sobre este pueblo y la Nación Argentina, para protegernos y defendernos; y haced que las verdades de nuestra fé y enseñanzas de la iglesia, sean siempre el norte de nuestras acciones y el fundamento inconmovible de nuestras instituciones. ¡Señor del Milagro, salvad y bendecid nuestro pueblo! Amén.

Novena del Señor del Milagro (Noveno día)


Hecho el acto de contrición, como al principio y la oración preparatoria, y rezadas las tres Avemarías, se dirá la siguiente

NOVENO DIA
Gracias os doy, oh dulcísimo Redentor mío, por estas luces que me acabáis de dar, y por haberme dado a conocer los medios para salvarme. Yo os prometo ponerlos en práctica con la mayor firmeza. Concededme la gracia que necesito para seros fiel; ya veo ser vuestra voluntad el que yo me salve, y yo quiero salvarme, en especial para dar gusto a vuestro Corazón divino, que con tanto ardor desea mi salvación. No, no quiero resistir, oh Dios mío, por más tiempo al amor que me tenéis.

Este amor ha sido causa para que Vos me hayáis sufrido con tanta paciencia, cuando yo os ofendía, Vos me llamáis a vuestro amor, y yo no deseo sino amaros. Os amo, bondad infinita; os amo, oh bien supremo e infinito; y os suplico hoy día, por los méritos de Jesucristo, no permitáis que yo sea jamás ingrato a vuestra bondad. Haced, que cese de ser ingrato, o poned fin a mi vida. Señor, ya que habéis empezado la obra, dignaos ahora completarla. Confirma oh Dios, lo que has hecho en nosotros. Dadme la luz, la fuerza, dadme el amor. ¡Oh María, Vos que sois la dispensadora de las gracias, socorredme! Admitidme por vuestro servidor, pues quiero serlo, y rogad a Jesús por mí. Los méritos de Jesucristo, y después vuestros ruegos, son los que han de salvarme.

Dulcísimo Señor del Milagro, perdonad mis pecados, y librad, por vuestra misericordia a la ciudad de Salta de todo castigo. Concedednos esta gracia, por intercesión de nuestra Protectora, vuestra dulcísima Madre, la Inmaculada Virgen del Milagro. AMÉN.

ATRIBUTOS DE MARÍA - Trono

Purísima Virgen del Milagro, María, Madre admirable, milagro de la gracia, el noveno atributo que simboliza vuestra original pureza, es el ser Trono de Dios. Pues sois Trono en quien descansó el Señor, como en trono de toda santidad y perfección, concededme, Madre mía, el que, ya que mi corazón camina perturbado con los engaños de este mundo, descanse sólo en Vos, y sienta aquel sosiego y alegría que experimentan vuestros siervos; y pues, nuestro amor os obligó a dejar vuestro trono y bajar a pedir que el Señor suspendiese el castigo contra el pueblo de Salta, os suplico, Madre mía del Milagro, continúe vuestra piedad y misericordia, ya suspenda los castigos que cada día merezco por mis culpas. Y si, como frágil y miserable, me olvidase algún día de vuestro amor, Vos, como que sois todo nuestro consuelo y amparo, dadme silbos amorosos para que yo vuelva cual descarriada oveja al rebaño de mi Señor, y por vuestra intercesión merezca veros en el trono de la gloria. AMÉN.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Novena del Señor del Milagro (Octavo día)


Hecho el acto de contrición, como al principio y la oración preparatoria, y rezadas las tres Avemarías, se dirá la siguiente

OCTAVO DIA
Mirad, oh mi Dios, mirad a vuestros pies un ingrato a quien creasteis para el paraíso, pero que tantas veces, por miserables placeres, os ha negado a la cara y ha preferido ser condenado al infierno. Más yo espero, que Vos me, habéis perdonado todas las injurias que os he hecho, de las cuales me arrepiento de nuevo y quiero arrepentirme hasta la muerte. ¡Ah, yo deseo que me las perdonéis todavía! Más, oh Dios mío, aunque Vos me hayáis perdonado, no por esto será menos verdad que tuve la audacia de abrevaros de amargura, oh Redentor mío, que para conducirme a vuestro Reino me habéis dado la vida. ¡Bendita y glorificada sea para siempre, oh mi Jesús, vuestra misericordia.

Vos que con tanta paciencia me habéis sufrido, y que, en vez de castigarme me habéis colmado de gracia y de luces, y mil veces me habéis llamado a Vos, ya veo, oh mi amado Jesús, que Vos queréis que me salve, deseáis que entre a vuestro Reino para amaros eternamente; pero antes queréis que os ame en este mundo. Sí, yo quiero amaros; y aún cuando no hubiere paraíso, en tanto que yo viva, os amaré con todas mis fuerzas y con toda mi alma. Bástame saber, oh mi Dios, que Vos deseáis que os ame. ¡Oh, mi Jesús!, asistidme con vuestra gracia, y no me abandonéis. Mi alma es inmortal: hállome, pues, en la alternativa, o de amaros siempre o de detestaros por toda una eternidad. ¡Ah, no, no!, amaros quiero eternamente, y amaros lo bastante en esta vida, para amaros en la otra lo que debo. Disponed de mí como os plazca; castigadme como Vos quisierais, pero no me privéis de vuestro amor; haced después, de mí, lo que os parezca., ¡Oh mi Jesús! vuestros méritos son mi esperanza ¡Oh, María, toda mi esperanza la pongo en vuestra intercesión! Vos me habéis librado del infierno, cuando yo estaba en pecado. Ahora quiero ser de Dios; hacedme santo y salvadme.

Dulcísimo Señor del Milagro, perdonad mis pecados, y librad, por vuestra misericordia, a la ciudad de Salta de todo castigo. Concedednos esta gracia, por intercesión de nuestra Protectora, vuestra dulcísima Madre, la Inmaculada virgen del Milagro. AMÉN.

ATRIBUTOS DE MARÍA - Puerta del cielo

Purísima Virgen del Milagro, María, Madre admirable, milagro de la gracia, el séptimo atributo que simboliza vuestra original pureza, es la Puerta del Cielo. Y pues sois Puerta Celestial, por cuya intercesión entran al paraíso de la gloria, los hijos de Adán que acaban esta vida en gracia; concededme, Madre mía, el que si este año fuese el último de mi vida, se aparte mi corazón de los cuidados de este mundo, y con la luz de vuestros auxilios busque sólo el sosiego de mi alma en mi dulce Jesús, para que cuando llegue la muerte temporal, merezca estar dispuesto para acabar mi vida en el ósculo de mi Señor, y entre por Vos, Puerta resplandeciente, a la patria dichosa de la gloria. AMÉN.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Novena del Señor del Milagro (Séptimo día)


Hecho el acto de contrición, como al principio y la oración preparatoria, y rezadas las tres Avemarías, se dirá la siguiente

SEPTIMO DIA
Mirad, oh mi Dios, mirad a vuestros pies un ingrato a quien creasteis para el paraíso, pero que tantas veces, por miserables placeres, os ha negado a la cara y ha preferido ser condenado al infierno. Más yo espero, que Vos me, habéis perdonado todas las injurias que os he hecho, de las cuales me arrepiento de nuevo y quiero arrepentirme hasta la muerte. ¡Ah, yo deseo que me las perdonéis todavía! Más, oh Dios mío, aunque Vos me hayáis perdonado, no por esto será menos verdad que tuve la audacia de abrevaros de amargura, oh Redentor mío, que para conducirme a vuestro Reino me habéis dado la vida. ¡Bendita y glorificada sea para siempre, oh mi Jesús, vuestra misericordia.

Vos que con tanta paciencia me habéis sufrido, y que, en vez de castigarme me habéis colmado de gracia y de luces, y mil veces me habéis llamado a Vos, ya veo, oh mi amado Jesús, que Vos queréis que me salve, deseáis que entre a vuestro Reino para amaros eternamente; pero antes queréis que os ame en este mundo. Sí, yo quiero amaros; y aún cuando no hubiere paraíso, en tanto que yo viva, os amaré con todas mis fuerzas y con toda mi alma. Bástame saber, oh mi Dios, que Vos deseáis que os ame. ¡Oh, mi Jesús!, asistidme con vuestra gracia, y no me abandonéis. Mi alma es inmortal: hállome, pues, en la alternativa, o de amaros siempre o de detestaros por toda una eternidad. ¡Ah, no, no!, amaros quiero eternamente, y amaros lo bastante en esta vida, para amaros en la otra lo que debo. Disponed de mí como os plazca; castigadme como Vos quisierais, pero no me privéis de vuestro amor; haced después, de mí, lo que os parezca., ¡Oh mi Jesús! vuestros méritos son mi esperanza ¡Oh, María, toda mi esperanza la pongo en vuestra intercesión! Vos me habéis librado del infierno, cuando yo estaba en pecado. Ahora quiero ser de Dios; hacedme santo y salvadme.

Dulcísimo Señor del Milagro, perdonad mis pecados, y librad, por vuestra misericordia, a la ciudad de Salta de todo castigo. Concedednos esta gracia, por intercesión de nuestra Protectora, vuestra dulcísima Madre, la Inmaculada virgen del Milagro. AMÉN.

ATRIBUTOS DE MARÍA - Puerta del cielo
Purísima Virgen del Milagro, María, Madre admirable, milagro de la gracia, el séptimo atributo que simboliza vuestra original pureza, es la Puerta del Cielo. Y pues sois Puerta Celestial, por cuya intercesión entran al paraíso de la gloria, los hijos de Adán que acaban esta vida en gracia; concededme, Madre mía, el que si este año fuese el último de mi vida, se aparte mi corazón de los cuidados de este mundo, y con la luz de vuestros auxilios busque sólo el sosiego de mi alma en mi dulce Jesús, para que cuando llegue la muerte temporal, merezca estar dispuesto para acabar mi vida en el ósculo de mi Señor, y entre por Vos, Puerta resplandeciente, a la patria dichosa de la gloria. AMÉN.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Novena del Señor del Milagro (Sexto día)


Hecho el acto de contrición, como al principio y la oración preparatoria, y rezadas las tres Avemarías, se dirá la siguiente

SEXTO DIA
Oh, mi Jesús! ¿Cómo habéis podido sufrirme tanto tiempo? ¡Tantas veces como he huido de Vos, y a pesar de esto Vos habéis venido siempre a mi encuentro! ¡Tantas veces como os he ofendido, y Vos me habéis perdonado! ¡Os ofendí de nuevo, y de nuevo me habéis concedido el perdón! ¡Ah, hacedme sentir un poco de aquel dolor que padecisteis en el Huerto de Getsemaní, cuando, al pensar en nuestros pecados, llegasteis a sudar sangre. Yo me arrepiento, oh Redentor mío, de haber tan mal correspondido, a vuestro amor. ¡Oh placeres malditos, yo os detesto y abomino! Vosotros me hicisteis perder la gracia del Señor. ¡Oh, amado Jesús!, yo os amo sobre todas las cosas, y renuncio a todas las satisfacciones ilícitas, prefiriendo morir mil veces antes que ofendemos jamás. ¡Ah! por el afecto que me mostrasteis en la Cruz, y que os obligó a ofrecer por mí esa vida divina, dadme la luz y la fuerza para resistir las tentaciones, y recurrir en ellas a vuestra ayuda. ¡Oh, María, mi esperanza, ya que todo lo podéis con Dios, alcanzadme la santa perseverancia, y haced que no me separe jamás de vuestro amor!

Dulcísimo Señor del Milagro, perdonad mis pecados, y librad, por vuestra misericordia, a la ciudad de Salta de todo castigo. Concedednos esta gracia, por intercesión de nuestra Protectora, vuestra dulcísima Madre, la Inmaculada Virgen del Milagro. AMÉN.

ATRIBUTOS DE MARÍA - Jardín Cerrado

Purísima Virgen del Milagro, María, Madre admirable, milagro de la gracia, el sexto atributo que simboliza vuestra original pureza, es el Jardín Cerrado. Encerrad, Madre mía, en vuestro corazón purísimo, como en jardín soberano, todos nuestros pensamientos y obras, para que de hoy en adelante ya no piense en otra cosa, sino sólo en serviros, ni quiera más gloria que la de amaros, y haced que con la fragancia suavísima de todas vuestras virtudes se conviertan nuestros deseos en fruto de vuestro agrado, para que, adornándose mi alma con las flores de las virtudes, merezca ser suave olor de Cristo en la gloria. AMÉN.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Novena del Señor del Milagro (Quinto día)


Hecho el acto de contrición, como al principio y la oración preparatoria, y rezadas las tres Avemarías, se dirá la siguiente

QUINTO DIA

Ah, Dios mío, conque Vos sois mi soberano bien, bien infinito y yo os he perdido tantas veces! ¡Sabía que por el pecado os causaría el mayor disgusto, pues perdería vuestra gracia, y a pesar de esto yo lo cometía! ¡Ah, si yo no os viese clavado en una cruz, oh Hijo de Dios, y muriendo por mí, no me atrevería a invocaras, ni a esperar jamás el perdón! ¡Padre Eterno, no fijéis en mí vuestros ojos, sino en vuestro Hijo querido, que os está clamando por mí, misericordia: escuchadle y perdonadme! Muchos años hace que debiera hallarme sepultado en el infierno, y sin esperanza de amaros y de recobrar la gracia que he perdido. ¡Oh, Dios "O! arrepiéntome del ultraje que os hice renunciando a vuestra amistad, y despreciando vuestro amor por los miserables placeres de este mundo. ¡Ah pluguiera a Dios que hubiese muerto mil veces antes que ofenderos! ¿Cómo pudo llegar a tal extremo mi ceguedad y locura? Agradezco, oh Dios mío, de haberme dado tiempo para poder pensar en el mal que he hecho, y ya que por un efecto de vuestra misericordia no me hallo en el infierno y puedo amaros y amaros quiero, oh Dios mío, y no quiero diferir un solo instante el convertirme a Vos. Os amo, bondad infinita; os amo, oh vida mía, mi tesoro, mi amor, mi todo. Recordadme siempre el amor que me habéis tenido y el infierno donde debía encontrarme, a fin de que esta idea me inflame y me obligue a hacer actos de amor y a deciros siempre: Yo os amo. ¡Oh, María, Reina de mi corazón, esperanza mía, Madre mía, si me hallara en el infierno, no podría amaros jamás! Yo os amo, oh Madre mía; en Vos pongo toda mi confianza, y espero no abandonamos ya más, ni a Vos, ni a mi Dios. Socorredme y rogad por mí a Jesús.

Dulcísimo Señor del Milagro, perdonad mis pecados, y librad, por vuestra misericordia, a la ciudad de Salta de todo castigo. Concedednos esta gracia, por intercesión de nuestra Protectora, vuestra Dulcísima Madre, la Inmaculada Virgen del Milagro. AMÉN.

ATRIBUTOS DE MARÍA - Paloma
Purísima Virgen del Milagro, María, Madre admirable, milagro de la gracia, el quinto atributo que simboliza vuestra original pureza, es la Paloma, que, volando a nuestra tierra, trajisteis el ramo de olivo para asegurar a los suyos que habían cesado ya por vuestra intercesión, las aguas de las tribulaciones. Concededme, Madre mía, el que, cual paloma que gime la pérdida de su consorte, así sepa yo llorar y sentir las muchas culpas con que he perdido a mi dulce Jesús, Esposo de mi alma, y que agradecido lave con mis lágrimas, las manchas con que he afeado mi alma, para que, vestida con la candidez de vuestra gracia, vuele en compañía de vuestro Esposo, el Espíritu Divino, a alabaros en la Gloria. AMEN.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Novena del Señor del Milagro (Cuarto día)


Hecho el acto de contrición, como al principio y la oración preparatoria, y rezadas las tres Avemarías, se dirá la siguiente

CUARTO DIA
Oh, Jesús mío, pues quiero siempre llamaros por vuestro nombre; esto me consuela y me da valor, cuando me acuerdo de que sois mi Salvador, y que habéis muerto para salvarme. Vedme a vuestros pies; confieso que soy digno de tantos infiernos, como veces os he ofendido por el pecado mortal. No merezco perdón; pero Vos molisteis para perdonarme. Piadoso Jesús, no olvides que por mi fue tu venida. Anticipaos, oh Jesús mío, a perdonarme antes que vengáis a juzgarme. Entonces yo no podré pediros piedad; más ahora puedo, y espero que me la concederéis. Entonces vuestras llagas me llenarán de espanto, ahora me inspiran confianza. ¡Oh, Redentor de mi alma!, yo me arrepiento sobre todo de haber ofendido a vuestra infinita bondad, y prefiero sufrir todas las pérdidas posibles, antes que burlarme de vuestra gracia. Os amo con todo mi corazón, tened piedad de mí. Ten piedad de mi oh Dios, según tu grande misericordia. Oh, María, Madre de misericordia, abogada de los pecadores, alcanzadme un intenso dolor de mis pecados, el perdón y la perseverancia en el divino amor. Yo os amo, Reina de mi corazón, y en Vos pongo toda mi confianza.

Dulcísimo Señor del Milagro, perdonad mis pecados, y librad, por vuestra misericordia, a 1a ciudad de Salta de todo castigo. Concedednos esta gracia, por intercesión de nuestra Protectora, vuestra dulcísima Madre, la Inmaculada Virgen del Milagro. AMÉN.

ATRIBUTOS DE MARÍA - Arca del Testamento
Purísima Virgen del Milagro, María, Madre admirable, milagro de la gracia, el cuarto atributo que simboliza vuestra original pureza, es el Arca del Testamento. Y Pues sois Arca divina que, para que no pereciésemos en el diluvio de nuestras culpas bajasteis a las aras del altar para asegurarnos en Jesús Sacramentado, concededme, Madre mía, el que, no hallando descanso en este mundo sino en Jesús Sacramentado, se aquieten nuestras potencias y sentidos, para que, gustando las dulzuras de este Pan Soberano, sienta aún en esta vida las delicias y gozos, que dan a los que os sirven en la bienaventuranza de la gloria. AMÉN.

martes, 8 de septiembre de 2009

Novena del Señor del Milagro (Tercer día)


Hecho el acto de contrición, como al principio y la oración preparatoria, y rezadas las tres Avemarías, se dirá la siguiente

TERCER DIA
Oh, Jesús y Redentor mío! Gracias os doy de que no hayáis permitido que muriese cuando estaba en desgracia vuestra. ¡Cuántos años seguidos no merecía yo estar sepultado en el abismo del infierno! Si yo hubiese muerto tal día, aquella noche, ¡qué hubiera sido de mí por toda una eternidad Señor, gracias os doy mil veces por tal beneficio. Yo acepto la muerte en satisfacción de mis pecados; y la acepto tal cual sea de vuestro agrado enviármela; mas ya que me la habéis retardado hasta el presente, retardadla aún, Dios, mío, dejadme pues, que llore un poquito mi dolor. Dadme tiempo para llorar las ofensas de que me hice culpable a vuestros ojos, antes que llegue el día en que habéis de juzgarme. No quiero ya resistir por más tiempo a vuestra voz. ¡Quién sabe si las palabras que acabo de oír son el último clamor que me hacéis escuchar! Confieso que soy indigno de misericordia. Tantas veces me habéis perdonado, y yo ingrato os he ofendido de nuevo. Al corazón contrito y humillado no lo despreciarás, o Dios. Señor, ya que no desecháis un corazón que se arrepiente y se humilla, ved ahí al traidor que vuelve a Vos herido por la flecha del arrepentimiento. No me deseches de tu rostro. Por piedad, no me arrojéis de vuestra presencia. Vos mismo dijisteis: Aquel que a Mí viene, no le echaré fuera. Verdad es que más que nadie os he ultrajado, porque más que a nadie me habéis favorecido con vuestras luces y con vuestras gracias; pero la sangre que por mí habéis derramado, me da aliento, y me hace esperar el perdón, si de veras me arrepiento - Sí, oh mi Soberano bien, yo me arrepiento con toda mi alma de haberos despreciado. Perdonadme, y concededme la gracia de amaros en adelante. Harto estoy ya de haberos ofendido. El tiempo que me queda para vivir, oh dulce Jesús mío, no quiero emplearlo más en ofendemos; quiero tan sólo llorar amargamente por los disgustos que he podido daros. Amaros quiero con toda la fuerza de mi alma. ¡Oh, Dios, que merecéis un amor infinito! ¡Oh, María, mi esperanza, rogad a Jesús por mí!

Dulcísimo Señor del Milagro, perdonad mis pecados, y librad, por vuestra misericordia, a la ciudad de Salta de todo castigo. Concedednos esta gracia, por intercesión de nuestra Protectora, vuestra dulcísima Madre, la Inmaculada Virgen del Milagro. AMÉN.

ATRIBUTOS DE MARÍA - Estrella
Purísima Virgen del Milagro, María Madre admirable, milagro de la gracia, el tercer atributo que simboliza vuestra original pureza, es la Estrella de Jacob. Y pues sois Estrella resplandeciente que en la oscura noche de esta vida, alumbráis con vuestras luces a los que perdidos caminan, ya veis, piadosísima Reina y Estrella de pecadores, el camino que llevan mis pasos; influid con vuestras benignas influencias, para que yo camine seguro por el camino verdadero que conduce a la gloria, que es el de la cruz y mortificación, para que, viviendo crucificado, al mundo y a mis pasiones, merezca por vuestra intercesión ser estrella resplandeciente en la gloria. AMÉN.

Novena del Señor del Milagro (Segundo día)


Hecho el acto de contrición, como al principio y la oración preparatoria, y rezadas las tres Avemarías, se dirá la siguiente

SEGUNDO DIA
Oh, Dios de mi alma ! ¿Qué hubiera sido de mi en aquel momento, si no hubieseis usado de tanta misericordia? Yo estaría en el infierno, donde gimen sin remedio los insensatos cuyas huellas seguí. Os doy gracias, Señor, y os ruego que no me abandonéis en mi ceguedad. Digno era de que me hubierais retirado vuestras luces; pero veo que vuestra gracia no me ha abandonado todavía. Oigo que me llamáis con ternura, me invitáis a conseguir el perdón y a esperarlo todo de Vos, a pesar de las grandes ofensas de que soy culpable en vuestra presencia. Sí, oh Salvador mío, espero que me recibiréis por hijo vuestro. No merezco llamarme con tan amoroso nombre, pues tantas veces he osado ultrajados descaradamente: Padre, no soy digno de llamarme hijo tuyo, porque pequé contra el cielo y contra Ti. Mas se que vais buscando las ovejas descarriadas, y que os consoláis abrazando a vuestros hijos que andan perdidos. ¡Oh, Padre mío, arrepiéntome de haberos ofendido! Arrójome a vuestros pies, abrazo vuestras rodillas, y no me retiraré hasta que me habréis perdonado y bendecido. Y no os dejaré si no me bendijerais. Bendecidme, oh Padre mío, y hágame concebir vuestra bendición un intenso dolor de mis pecados y un ardiente amor para con Vos. Yo os amo, oh Padre mío, os amo con todo mi corazón. No permitáis que jamás me separe de Vos. Privadme de todo, pero no me privéis de vuestro amor. Oh, María, si Dios es mi Padre. Vos sois mi Madre. Bendcidme Vos también. No merezco ser vuestro hijo, admitidme por vuestro esclavo, pero haced que sea un siervo que os ame tiernamente, y que confíe siempre en vuestra protección.

Dulcísimo Señor del Milagro, perdonad mis pecados, y librad, por vuestra misericordia, a la ciudad de Salta de todo castigo. Concedednos esta gracia, por intercesión de nuestra Protectora, vuestra dulcísima Madre, la Inmaculada Virgen del Milagro. AMÉN.

ATRIBUTOS DE MARÍA - Sol

Purísima Virgen del Milagro, María, Madre admirable, milagro de la gracia, el segundo atributo que simboliza vuestra original pureza, es el Sol. Alcanzadme, Soberana Reina, de vuestro Santísimo Hijo, Sol de justicia, que con los rayos de su divina piedad alumbre las tinieblas en que camina perdida mi alma, para que, conociendo la ceguedad en que he vivido, sepa llorar mis culpas, y al calor de vuestros cariños, se deshagan en raudales mis ojos; pues, siendo Vos mi reina y protectora, me atreví a ofendemos y a despreciar vuestra gloria, para que, purificada mi alma con la contrición de mis culpas, merezca ver en la gloria, el verdadero Sol de Justicia que nació de Vos. AMEN.

Novena del Señor del Milagro (Primer día)

Hecho el acto de contrición, como al principio y la oración preparatoria, y rezadas las tres Avemarías, se dirá la siguiente

PRIMER DIA
Vos sois, pues, oh mi Dios, un bien infinito y más de una vez os he trocado por un vil placer del momento. Más, aún cuando os haya despreciado, me ofrecéis todavía el perdón, si yo lo quiero, y me prometéis recibirme en vuestra gracia, si me arrepiento de haberos ofendido. Sí, oh Señor, arrepiéntome de todo corazón de haberos ultrajado tan vilmente, aborrezco mi pecado más que todo otro mal. Y ahora, volviendo a Vos, como lo espero, me recibiréis, y me abrazaréis como amoroso Padre. Yo os lo agradezco, oh infinita bondad, pero necesito de vuestro auxilio.

No me lo neguéis, Dios mío, y no permitáis que me separe jamás de Vos. No dejará de tentarme el infierno, pero más fuerte sois Vos que el infierno. Sé que si siempre a Vos me recomiendo, jamás me separaré de Vos, y ésta es la gracia que os pido: haced que nunca cese de rogaros como ahora lo hago. Asistidme Señor, dadme la luz, la fuerza, la perseverancia; dadme el paraíso, pero sobre todo dadme vuestro amor, que es el paraíso de las almas. Os amo, bondad infinita, y quiero amaros siempre; escuchadme por amor de Jesucristo, oh María, Vos que sois el refugio de pecadores; socorred a uno que quiere amar a vuestro Dios.

Dulcísimo Señor del Milagro, perdonad mis pecados, y librad, por vuestra misericordia, a la ciudad de Salta de todo castigo. Concedednos esta gracia, por intercesión de nuestra Protectora, vuestra dulcísima Madre, la Inmaculada Virgen del Milagro. AMEN.

ATRIBUTOS DE MARÍA - Cielo

Purísima Virgen del Milagro, María, Madre admirable, milagro de la gracia, el primer atributo que simboliza vuestra original pureza, es el Cielo. Influid, Soberana Reina, desde ese hermoso Cielo, con la luz de vuestros auxilios, para que, desengañado mi corazón de la inconstancia de las cosas temporales, sólo busque las eternas y celestiales, considerando que el Cielo es mi patria, para donde fui creado, y que si no aparto mi corazón de lo caduco y terreno, y pongo mi amor en Dios y mi Señor, nunca podré ver el cielo hermoso de vuestro rostro en la gloria. AMÉN. Aquí se pedirá lo que se deseare conseguir

Novena del Señor del Milagro (Oraciones preparatorias para todos los días)

ACTO DE CONTRICION

Dulce Jesús mío y mi crucificado Señor, indigno de ponerme delante de vuestros ojos, me postro avergonzado a vuestros pies, confesando la multitud de mis culpas, con íntimo dolor de mi alma, por haber sido ofensa contra Vos. Herido vengo, médico divino, a buscar mi remedio en vuestra benigna misericordia, proponiendo con todo mi corazón la enmienda. Dulce amor mío sois sobre todas las cosas, tened piedad de mí, y acordaos, Señor, el que mi amor os puso en esa Cruz, y no os acordéis el que yo, como ingrato y desconocido, me olvidé de vuestro paternal amor, porque si a Vos, que sois mi Padre, no vuelvo los ojos, ¿quién otro se compadecerá de mí? ¡Ay, mi Jesús, y cómo os ofendí! ¡Oh, quién de dolor muriera a vuestros pies, pues amándome tanto me atreví a ofender a un Dios tan bueno, tan santo y tan amable! Pequé, Padre mío, contra el cielo y contra Vos, tened misericordia de mí. AMEN.

Oración preparatoria para todos los días
María Purísima del Milagro, que con tierno amor te inclinaste a pedir a tu Soberano Hijo, cuando enojado por nuestras culpas, quiso destruir la ciudad de Salta con aquellos espantosos terremotos, y Tú, cual otra hermosa Ester, puesta delante del Supremo Rey de los Cielos, mudando de colores, pediste por la libertad de este pueblo; concédeme, Madre mía del Milagro, el que de tal suerte mude yo mi vida, que si hasta aquí he caminado por los caminos de mi perdición, olvidado de mi Dios y Señor, de hoy en adelante sólo reine en mi corazón tu maternal amor, y que corresponda, amante y agradecido, a las obligaciones de hijo de tal Madre. Y no permitas Madre mía, el que se vea malograda en mí tu poderosa intercesión, que todo lo puede conseguir, con tal que no apartes tus purísimos ojos de este miserable pecador y concédeme lo que te pido en esta novena, si es para mayor honra y gloria tuya, y bien de mi alma. AMEN.