lunes, 31 de marzo de 2008
Frases sobre la oración
- Cuando se quiere rezar, lo primero es empezar a rezar. Dice San Juan Clímaco: “Dios otorga el don de la oración al que reza”.
- Cuando se comienza un camino de oración pueden aparecer una serie de sentimientos encontrados: ansiedad, alegría, desconfianza, temor de no poder hacerlo. Y quizás también se sienta un deseo muy grande, que se percibe como nacido en un rincón muy hondo del corazón. Eso es lo principal: ese deseo de oración, de estar con Él. Lo más importante es el deseo... Teresa de Lisieux nos dice que Dios no pone en el corazón deseos que no quiera realizar.
- Es más, pocos meses antes de morir, Teresita dice en una carta que cuando comparezca ante su “Esposo amadísimo”, no tendrá otra cosa que presentarle que sus deseos.
- Si encontrás en tu corazón el deseo de rezar, sentite en paz y ponete muy contento. Porque ese deseo sólo puede inspirarlo el Espíritu Santo, que viene en ayuda de nuestra debilidad ya que nosotros no sabemos orar como es debido... Si sentís ese deseo es señal que Dios te anda merodeando la vida, como paseando alrededor de tu corazón, con ganas de meterse y de quedarse.
- Pero lo primero es rezar. Darle a Dios un ratito de tu tiempo, para que Él se vaya instalando en tu corazón. Rezar es lo primero. No te preocupes demasiado si no sabés cómo hacerlo, qué decir, qué hacer, qué libro leer, qué pedir... Sólo preocupate de darle un rato de tu tiempo –de tu vida- a Dios.
- Rezar es ponerse frente a Dios y dejar que él nos vaya tomando lentamente el corazón. Rezar es abrirle la puerta para que Él entre a nuestra interioridad; es darle tiempo para que se vaya haciendo espacio en el alma, y se acondicione el lugar cómo a Él más le guste.
- Quince minutos, media hora, una hora o dos... lo que importa es saber de antemano cuánto tiempo estaré a solas con Él. Entonces Dios trabajará en tu corazón silenciosa, discreta, imperceptiblemente, como crece la semilla en la noche, sin que, ni quien la sembró, ni quien la cosechará, ni siquiera uno mismo, lo vean.
- Rezar: ése es el alimento que tenés que buscar. El único alimento que te da fuerzas en serio. Sé de personas a quienes la oración les salvó la vida.
- Cuando rezás, Dios te toma el corazón.
domingo, 30 de marzo de 2008
Domingo de la Divina Misericordia
Mensaje del Señor a Santa Faustina Kowalska, pidiendo la institución de la "Fiesta de la Misericordia" el primer domingo después de Pascua
"Esta Fiesta surge de Mi piedad mas entrañable...
Deseo que se celebre con gran solemnidad el primer domingo después de Pascua de Resurreción....
Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea refugio y abrigo para todas las almas y especialmente para los pobres pecadores. Las entrañas mas profundas de Mi Misericordia se abren ese día. Derramaré un caudaloso océano de gracias sobre aquellas almas que acudan a la fuente de Mi misericordia.
El alma que acuda a la Confesión, y que reciba la Sagrada Comunión, obtendrá la remisión total de sus culpas y del castigo... Que el alma no tema en acercarse a Mi, aunque sus pecados sean como la grana. Toda Comunión recibida con corazón limpio, tiende a restablecer en aquel que la recibe la inocencia inherente al Bautismo, puesto que el Misterio Eucarístico es "fuente de toda gracia".
El Señor manifestó a Santa Faustina que en la "Fiesta de la Misericordia" se abrían todas las compuertas a través de las cuales fluían las gracias divinas. Gracias de conversión y perdón de los pecados.
sábado, 29 de marzo de 2008
Carta de Dios desde su Palabra...
Así te habla Dios.
A vos...
“Vení, hijo, mostrame tu rostro, dejame oír tu voz, porque tu voz es suave y tu rostro es hermoso para mí.
Vales mucho para mí, sos valioso y Yo te amo.
Aunque se aparten las montañas y se caigan las colinas, mi amor no se apartará de vos.
Te llevaré en mis brazos, te acariciaré sobre mi regazo. Como un niño es consolado por su madre, así Yo te consolaré.
Yo te amé con amor eterno por eso te atraje con fidelidad.
Yo te atraía con lazos humanos, con ataduras de amor; era para vos como el que alza a un niño contra sus mejillas.
Por eso, hijo, bebé y embriagate de mi amor.
No temas, que Yo te rescaté; te llamé por tu nombre y sos mío.
No temas, porque Yo estoy con vos; no te inquietes, porque Yo soy tu Dios, yo te fortalezco y te ayudo, Yo te sostengo con mi mano victoriosa.
No temas, mi hijo, no te asustes, Yo te rescataré porque estoy con vos para salvarte.
Yo he visto tus caminos pero te sanaré, te guiaré y te colmaré de consuelos ¡Yo te sanaré!
Yo, el Señor tu Dios, estoy en medio tuyo. Yo exulto de alegría por vos, yo te renuevo con mi amor y por vos lanzo gritos de alegría.”
PALABRA DE DIOS
(Segun dice la Biblia en: Ct 2,14; Is 43,4; Is 54,10; Is 66,12-13; Jer 31,3; Os 11,4; Ct 5,1; Is 43,1; Is 44,10; Jer 30,10; Is 57,18-19; Sof 3,17)
viernes, 28 de marzo de 2008
Dios y mi alma... del Hermano Rafael
12 de abril de 1938, martes santo
"Nada, Señor..., el mundo es pequeño para contener lo que Tú me das. ¿Quién podrá explicar lo que es poseer la suma Verdad? ¿Quién tendrá palabras bastantes para decir lo que es: nada deseo, pues tengo a Dios?
Mi alma casi llora de alegría... ¿Quién soy yo, Señor? ¿Dónde pondré mi tesoro, para que no se manche? ¿Cómo es posible que viva tranquilo, sin temor a que me lo roben? ¿Qué hará mi alma para agradarte?
¡Pobre hermano Rafael, que tendrás que responder delante de Dios a tanto beneficio como aquí te hace! Tienes un corazón de piedra, que no lloras tantas ingratitudes y tantos desprecios a la divina gracia.
Vivo, Señor mío, enfangado en mis propias miserias, y al mismo tiempo, no sueño ni vivo más que para Ti. ¿Cómo se entiende esto? Vivo sediento de Ti... Lloro mi destierro, sueño con el cielo; mi alma suspira por Jesús en quien ve su Tesoro, su Vida, su único Amor; nada espero de los hombres... Te amo con locura, Jesús mío y, sin embargo, como, río, duermo, hablo, estudio, y vivo entre los hombres sin hacer locuras, y aún me avergüenza verlo..., busco mis comodidades. ¿Cómo se explica esto, Señor?
¿Cómo es posible que Tú pongas tu gracia en mi? Si en algo correspondiera..., quizás me lo explicara.
Jesús mío, perdóname..., debía ser santo, y no lo soy. ¿Y era yo, el que antes se escandalizaba de algunas miserias de los hombres? ¿Yo?... qué absurdo.
Ya que me has dado luz para ver y comprender, dame, Señor, un corazón muy grande, muy grande para amar a esos hombres que son hijos tuyos, hermanos míos en los cuales mi enorme soberbia veía faltas, y en cambio n d me veía a mí mismo.
¿Si al último de ellos le hubieras dado lo que a mi?. Mas Tú lo haces todo bien... Mi alma llora sus antiguas mañas, sus antiguas costumbres... Ya no busca la perfección en el hombre..., ya no llora el no encontrar donde descansar..., ya lo tiene todo.
Tú, mi Dios, eres el que llena mi alma; Tú mi alegría; Tú mi paz y mi sosiego, Tú. Señor, eres mi refugio, mi fortaleza, mi vida, mi luz, mi consuelo, mi única Verdad y mi único Amor. ¡Soy feliz, lo tengo todo!"
martes, 25 de marzo de 2008
Adoración joven de PASCUA en Las Esclavas
Todos los 2º y 4º miercoles de mes, a las 19:30, adoramos a Jesús Eucaristía en la Iglesia del Corazón Eucarístico de de Jesús ("Las Esclavas") en Montevideo entre Juncal y Las Heras.
¡Te esperamos!
¡Te esperamos!
lunes, 24 de marzo de 2008
¡EUCARISTIA, Cristo VIVO!
LA CONTEMPLACIÓN EUCARÍSTICA
del P. Raniero Cantalamessa
Pero ¿qué significa, concretamente, hacer contemplación eucarística? En sí misma, la contemplación eucarística no es otra cosa que la capacidad, o mejor aún, el don de saber establecer un contacto de corazón a corazón con Jesús presente realmente en la Hostia y, a través de Él, elevarse hasta el Padre en el Espíritu Santo.
Todo esto, en el mayor silencio posible, tanto exterior como interior. El silencio es el esposo de la contemplación que la custodia, como José custodiaba a María. Contemplar es establecerse intuitivamente en la realidad divina (que puede ser Dios mismo, un atributo suyo o un misterio de la vida de Cristo) y gozar de su presencia. En la meditación prevalece la búsqueda de la verdad, en la contemplación, en cambio, el goce la Verdad encontrada (aquí “Verdad” está escrito con letra mayúscula, porque la contemplación tiende siempre a la persona, al todo y no a las partes).
Los grandes maestros de espíritu han definido la contemplación como “una mirada libre, penetrante e inmóvil”, o bien como “una mirada afectiva sobre Dios”. Por eso realizaba una óptima contemplación eucarística aquel campesino de la parroquia de Ars que pasaba horas y horas inmóvil, en la iglesia, con su mirada fija en el sagrario y cuando el santo cura le preguntó por qué estaba así todo el día, respondió : “Nada, yo lo miro a él y él me mira a mí”. Esto nos dice que la contemplación cristiana nunca tiene un único sentido, ni tampoco está dirigida a la “Nada” (como sucede en ciertas religiones orientales, particularmente el budismo). Son siempre dos miradas que se encuentran: nuestra mirada sobre Dios y la mirada de Dios sobre nosotros. Si a veces se baja nuestra mirada o desaparece, nunca ocurre lo mismo con la mirada de Dios. La contemplación eucarística es reducida, en alguna ocasión, a hacerle compañía a Jesús simplemente, a estar bajo su mirada, dándole la alegría de contemplarnos a nosotros que, a pesar de ser criaturas insignificantes y pecadoras, somos sin embargo el fruto de su pasión, aquellos por los que dio su vida: “Él me mira!”.
La contemplación eucarística no es, pues, impedida de por sí por la aridez que a veces se puede experimentar, ya sea debido a nuestra disipación o sea en cambio permitida por Dios para nuestra purificación. Basta darle a ésta un sentido, renunciando también a nuestra satisfacción derivante del fervor, para hacerle feliz a Él y decir, con palabras de Charles de Foucauld: “Tu felicidad, Jesús, me basta”; es decir, me basta que tú seas feliz. Jesús tiene a disposición la eternidad para hacernos felices a nosotros; nosotros no tenemos más que este breve espacio de tiempo para hacerle feliz a Él. ¿Cómo resignarse a perder esta oportunidad que ya nunca más volverá? A veces nuestra adoración eucarística puede parecer una pérdida de tiempo pura y simplemente, un mirar sin ver; pero, en cambio, ¡cuánto testimonio encierra! Jesús sabe que podríamos marcharnos y hacer cientos de cosas mucho más gratificantes, mientras permanecemos allí quemando nuestro tiempo, perdiéndolo “miserablemente”.
Contemplando a Jesús en el sacramento del altar, realizamos la profecía pronunciada en el momento de la muerte de Jesús en la cruz : Mirarán al que traspasaron (Jn 19, 37). Es más, dicha contemplación es ella misma una profecía, porque anticipa lo que haremos por siempre en la Jerusalén celeste. Es la actividad más escatológica y profética que se pueda realizar en la Iglesia. Al final ya no se inmolará el Cordero, ni se comerá su carne. Esto es, cesará la consagración y la comunión; pero nunca se acabará la contemplación del Cordero inmolado por nosotros. Esto, en efecto, es lo que hacen los santos en el cielo (cfr. Ap.5, 1ss.). Cuando estamos ante el sagrario, formamos ya un único coro con la Iglesia de lo alto: ellos delante y nosotros, por decirlo así, detrás del altar; ellos en la visión, nosotros en la fe.
En el libro del Éxodo leemos que cuando Moisés bajó del monte Sinaí no sabía que la piel de su rostro se había vuelta radiante, por haber hablado con Él (Ex 34,29). Moisés no sabía ni tampoco nosotros lo sabremos (porque es bueno que sea así); pero quizás nos suceda también a nosotros que, volviendo entre los hermanos después de esos momentos, alguien vea que nuestro rostro se ha hecho radiante, porque hemos contemplado al Señor. Y éste será el más hermoso don que nosotros podremos ofrecerles..
sábado, 22 de marzo de 2008
Verdaderamente... HA RESUCITADO
Del Papa BENEDICTO XVI, Vigilia Pascual 2006:
"Está claro que la Resurrección de Cristo no es un milagro cualquiera del pasado, cuya realización podría ser en el fondo indiferente para nosotros. Es un salto cualitativo en la historia de la «evolución» y de la vida en general hacia una nueva vida futura, hacia un mundo nuevo que, partiendo de Cristo, entra ya continuamente en este mundo nuestro, lo transforma y lo atrae hacia sí. Pero, ¿cómo ocurre esto? ¿Cómo puede llegar efectivamente este acontecimiento hasta mí y atraer mi vida hacia Él y hacia lo alto? La respuesta, en un primer momento quizás sorprendente pero completamente real, es la siguiente: dicho acontecimiento me llega mediante la fe y el bautismo. Por eso el Bautismo es parte de la Vigilia pascual.
«Vivirán, porque yo sigo viviendo», dice Jesús en el Evangelio de San Juan (14, 19) a sus discípulos, es decir, a nosotros. Viviremos mediante la comunión existencial con Él, por estar insertos en Él, que es la vida misma. La vida eterna, la inmortalidad beatífica, no la tenemos por nosotros mismos ni en nosotros mismos, sino por una relación, mediante la comunión existencial con Aquél que es la Verdad y el Amor y, por tanto, es eterno, es Dios mismo. La mera indestructibilidad del alma, por sí sola, no podría dar un sentido a una vida eterna, no podría hacerla una vida verdadera. La vida nos llega del ser amados por Aquél que es la Vida; nos viene del vivir con Él y del amar con Él. Yo, pero no más yo: ésta es la vía de la Cruz, la vía que «cruza» una existencia encerrada solamente en el yo, abriendo precisamente así el camino a la alegría verdadera y duradera.
Sabado Santo,de una antigua homilía de los primeros siglos
¿Qué es lo que pasa? Un gran silencio se cierne hoy sobre la tierra; un gran silencio y una gran soledad. Un gran silencio, porque el Rey está durmiendo; la tierra está temerosa y no se atreve a moverse, porque el Dios hecho hombre se ha dormido y ha despertado a los que dormían desde hace siglos. El Dios hecho hombre ha muerto y ha puesto en movimiento a la región de los muertos.
En primer lugar, va a buscar a nuestro primer padre, como a la oveja perdida. Quiere visitar a los que yacen sumergidos en las tinieblas y en las sombras de la muerte; Dios y su Hijo van a liberar de los dolores de la muerte a Adán, que está cautivo, y a Eva, que está cautiva con él.
El Señor hace su entrada donde están ellos, llevando en sus manos el arma victoriosa de la cruz. Al verlo, Adán, nuestro primer padre, golpeándose el pecho de estupor, exclama, dirigiéndose a todos: «Mi Señor está con todos vosotros». Y responde Cristo a Adán: «y con tu espíritu». Y, tomándolo de la mano, lo levanta, diciéndole: «Despierta, tú que duermes, y levántate de entre los muertos y te iluminará Cristo».
Yo soy tu Dios, que por ti me hice hijo tuyo, por ti y por todos estos que habían de nacer de ti; digo, ahora, y ordeno a todos los que estaban en cadenas: “Salid”, y a los que estaban en tinieblas: “Sed iluminados”, y a los que estaban adormilados: “Levantaos.”
Yo te lo mando: Despierta, tú que duermes; porque yo no te he creado para que estuvieras preso en la región de los muertos. Levántate de entre los muertos; yo soy la vida de los que han muerto. Levántate, obra de mis manos; levántate, mi efigie, tú que has sido creado a imagen mía. Levántate, salgamos de aquí; porque tú en mí y yo en ti somos una sola cosa.
Por ti, yo, tu Dios, me he hecho hijo tuyo; por ti, siendo Señor, asumí tu misma apariencia de esclavo; por ti, yo, que estoy por encima de los cielos, vine a la tierra, y aun bajo tierra; por ti, hombre, vine a ser como hombre sin fuerzas, abandonado entre los muertos; por ti, que fuiste expulsado del huerto paradisíaco, fui entregado a los judíos en un huerto y sepultado en un huerto.
Mira los salivazos de mi rostro, que recibí, por ti, para restituirte el primitivo aliento de vida que inspiré en tu rostro. Mira las bofetadas de mis mejillas, que soporté para reformar a imagen mía tu aspecto deteriorada. Mira los azotes de mi espalda, que recibí para quitarte de la espalda el peso de tus pecados. Mira mis manos, fuertemente sujetas con clavos en el árbol de la cruz, por ti, que en otro tiempo extendiste funestamente una de tus manos hacia el árbol prohibido.
Me dormí en la cruz, y la lanza penetró en mi costado, por ti, de cuyo costado salió Eva, mientras dormías allá en el paraíso. Mi costado ha curado el dolor del tuyo. Mi sueño te sacará del sueño de la muerte. Mi lanza ha reprimido la espada de fuego que se alzaba contra ti.
Levántate, vayámonos de aquí. El enemigo te hizo salir del paraíso; yo, en cambio, te coloco no ya en el paraíso, sino en el trono celestial. Te prohibí comer del simbólico árbol de la vida; mas he aquí que yo, que soy la vida, estoy unido a ti. Puse a los ángeles a tu servicio, para que te guardaran; ahora hago que te adoren en calidad de Dios.
Tienes preparado un trono de querubines, están dispuestos los mensajeros, construido el tálamo, preparado el banquete, adornados los eternos tabernáculos y mansiones, a tu disposición el tesoro de todos los bienes, y preparado desde toda la eternidad el reino de los cielos.»
En primer lugar, va a buscar a nuestro primer padre, como a la oveja perdida. Quiere visitar a los que yacen sumergidos en las tinieblas y en las sombras de la muerte; Dios y su Hijo van a liberar de los dolores de la muerte a Adán, que está cautivo, y a Eva, que está cautiva con él.
El Señor hace su entrada donde están ellos, llevando en sus manos el arma victoriosa de la cruz. Al verlo, Adán, nuestro primer padre, golpeándose el pecho de estupor, exclama, dirigiéndose a todos: «Mi Señor está con todos vosotros». Y responde Cristo a Adán: «y con tu espíritu». Y, tomándolo de la mano, lo levanta, diciéndole: «Despierta, tú que duermes, y levántate de entre los muertos y te iluminará Cristo».
Yo soy tu Dios, que por ti me hice hijo tuyo, por ti y por todos estos que habían de nacer de ti; digo, ahora, y ordeno a todos los que estaban en cadenas: “Salid”, y a los que estaban en tinieblas: “Sed iluminados”, y a los que estaban adormilados: “Levantaos.”
Yo te lo mando: Despierta, tú que duermes; porque yo no te he creado para que estuvieras preso en la región de los muertos. Levántate de entre los muertos; yo soy la vida de los que han muerto. Levántate, obra de mis manos; levántate, mi efigie, tú que has sido creado a imagen mía. Levántate, salgamos de aquí; porque tú en mí y yo en ti somos una sola cosa.
Por ti, yo, tu Dios, me he hecho hijo tuyo; por ti, siendo Señor, asumí tu misma apariencia de esclavo; por ti, yo, que estoy por encima de los cielos, vine a la tierra, y aun bajo tierra; por ti, hombre, vine a ser como hombre sin fuerzas, abandonado entre los muertos; por ti, que fuiste expulsado del huerto paradisíaco, fui entregado a los judíos en un huerto y sepultado en un huerto.
Mira los salivazos de mi rostro, que recibí, por ti, para restituirte el primitivo aliento de vida que inspiré en tu rostro. Mira las bofetadas de mis mejillas, que soporté para reformar a imagen mía tu aspecto deteriorada. Mira los azotes de mi espalda, que recibí para quitarte de la espalda el peso de tus pecados. Mira mis manos, fuertemente sujetas con clavos en el árbol de la cruz, por ti, que en otro tiempo extendiste funestamente una de tus manos hacia el árbol prohibido.
Me dormí en la cruz, y la lanza penetró en mi costado, por ti, de cuyo costado salió Eva, mientras dormías allá en el paraíso. Mi costado ha curado el dolor del tuyo. Mi sueño te sacará del sueño de la muerte. Mi lanza ha reprimido la espada de fuego que se alzaba contra ti.
Levántate, vayámonos de aquí. El enemigo te hizo salir del paraíso; yo, en cambio, te coloco no ya en el paraíso, sino en el trono celestial. Te prohibí comer del simbólico árbol de la vida; mas he aquí que yo, que soy la vida, estoy unido a ti. Puse a los ángeles a tu servicio, para que te guardaran; ahora hago que te adoren en calidad de Dios.
Tienes preparado un trono de querubines, están dispuestos los mensajeros, construido el tálamo, preparado el banquete, adornados los eternos tabernáculos y mansiones, a tu disposición el tesoro de todos los bienes, y preparado desde toda la eternidad el reino de los cielos.»
viernes, 21 de marzo de 2008
ESTA VIVO
VIERNES SANTO...
- el día en que se abrieron las puertas de TODAS LAS GRACIAS de Dios para el hombre...
- el día en que todo mal fue vencido para siempre...
- el día en que CRISTO rompio el frasco de su humanidad liberando su AMOR INFINITO que nos reconcilió con el Padre
- el día en que El nos dejó a su Madre...
TE ADORAMOS CRISTO y te bendecimos... porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo...